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Un semental en los pasillos: la terapia silenciosa de Doctor Peyo

Conoce al Doctor Peyo, el caballo de terapia del Hospital de Calais que reconforta con ternura a pacientes con cáncer.

En la penumbra de una sala de cuidados paliativos en Calais, un semental ibérico avanza con calma por el pasillo, deteniéndose frente a cada puerta como si supiera a quién debe reconfortar. Bautizado como “Doctor Peyo”, este caballo de 21 años dejó atrás las pistas de doma clásica para convertirse, desde 2016, en un visitante diario del Hospital de Calais, ofreciendo su presencia como bálsamo silencioso a pacientes con cáncer y otras enfermedades avanzadas.

De campeón ecuestre a sanador intuitivo

Peyo nació en 2003 de pura sangre lusitana y brilló durante años en competiciones de dressage, formando dupla con el jinete Rémy Largillière. Sin embargo, fue su actual cuidador, Hassen Bouchakour, quien advirtió su don especial: tras cada exhibición, el caballo buscaba instintivamente a espectadores abatidos, permaneciendo a su lado el tiempo necesario para aliviar su angustia.

Intrigado, Bouchakour unió fuerzas con neurólogos y psicólogos para descifrar el fenómeno. Estudios preliminares sugieren que Peyo responde a señales químicas y sutiles variaciones en la respiración o el pulso de los pacientes, decidiendo a quién acercarse en función de su estado emocional.

Un protocolo cuidadoso

Antes de pisar el suelo aséptico de la unidad, Peyo pasa por un meticuloso proceso de desinfección: toallitas especiales recorren su crin, sus patas y su flanco, y una señal entrenada le indica a Bouchakour si debe volver al establo para atender sus necesidades fisiológicas. Solo entonces el caballo sale al pasillo, levanta una pata frente a la puerta elegida y anuncia su visita.

“El ambiente cambia en cuestión de minutos”, relata una enfermera de la unidad, quien prefiere mantener el anonimato. “He visto a pacientes que ni podían hablar esbozar una sonrisa al acariciar su crin”, añade otro miembro del equipo médico. Para las familias, la llegada de Peyo es un respiro: “Es como un abrazo inesperado”, confiesa un sobrino de uno de los pacientes.

Un modelo que cruza fronteras

Diversas investigaciones en equinoterapia respaldan que el contacto con caballos puede liberar oxitocina y endorfinas, disminuir la sensación de dolor y reducir los niveles de ansiedad en pacientes oncológicos. Pero el caso de Peyo trasciende la estadística: su instinto para elegir a los más necesitados se ha convertido en objeto de estudio por parte de veterinarios y científicos, en busca de comprender cómo un animal puede ser agente activo de sanación emocional.

El éxito de Les Sabots du Cœur, la asociación fundada por Bouchakour para gestionar estas intervenciones, inspiró programas similares en Bélgica, Canadá y Australia, donde caballos locales reciben formación y siguen protocolos semejantes para acompañar a pacientes vulnerables. En cada rincón, la experiencia demuestra que un acto tan sencillo como compartir unos minutos con un caballo puede transformar la última etapa de la vida en un tiempo de dignidad y ternura.

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