En Bogotá un hombre le puso una demanda a su expareja, quien luego de la separación al parecer no lo dejó ver más a su “hija perruna llamada Simona”.
El caso se consultó entre los dos juzgados de Bogotá (uno familiar y otro civil), que no se decidían por quién debía asumir la demanda teniendo en cuenta que era la primera vez que asumían un caso así.
Como instancia superior, el caso llegó hasta la Sala Mixta del Tribunal Superior de Bogotá y el magistrado ordenó que fuera un juzgado de familia el que considerara que Simona era parte de la familia.
El Tribunal estableció que Simona aplicaba para el caso pues para que el animal sea considerado como miembro de una familia se deben cumplir dos condiciones: que los miembros de esta lo reconozcan como tal y, además, que los animales asuman ese rol.
Después de este primer caso, los magistrados consideraron que el derecho debe evolucionar con los cambios de la sociedad, y que “no reconocer la protección de la familia multiespecie sería desconocer la mejor y actual interpretación de la Constitución Política.