La Alcaldía de Cali decidió poner punto final al contrato de semáforos inteligentes firmado en 2023, luego de una exhaustiva evaluación que evidenció múltiples fallas de origen que impiden su implementación. La decisión, que impacta un proyecto inicialmente valorado en 47 mil millones de pesos, se tomó bajo criterios de legalidad, eficiencia y protección del patrimonio público.
Aunque la propuesta fue presentada como una solución visionaria a los problemas de movilidad de la ciudad, la administración actual encontró un panorama muy distinto: equipos adquiridos sin planificación de operatividad, sin integración al sistema existente y sin personal capacitado para su manejo.
De acuerdo con el análisis técnico realizado por el Distrito, el contrato firmado durante la alcaldía de Jorge Iván Ospina carecía de los elementos básicos para garantizar su éxito. Fue concebido como una simple compra de equipos, sin prever aspectos esenciales como pruebas operativas, instalación técnica, formación de personal o adaptación del sistema semafórico existente.
Solo se intervinieron 50 intersecciones, el 10% de la red semafórica de la ciudad, muchas de ellas ubicadas en zonas sin prioridad vial, y con una ejecución proyectada para completarse en apenas cuatro meses, a pesar de la alta complejidad técnica que implicaba.
Además, se omitieron elementos críticos como la gestión de giros prohibidos y la coordinación con los planes de movilidad urbana, lo que ha terminado generando más problemas que soluciones.
Tecnología incompatible y fragmentada
Uno de los hallazgos más preocupantes del informe técnico es la imposibilidad de lograr interoperabilidad entre los diferentes componentes del sistema. Controladoras, sensores y centrales semafóricas provienen de empresas competidoras, con tecnologías que no se comunican entre sí.
Esto ha hecho inviable cualquier intento de integración, especialmente porque el sistema tradicional de la ciudad opera sobre una red abierta, mientras que los nuevos equipos dependen de fibra óptica y conectividad GPRS, tecnologías no compatibles.
“La fragmentación tecnológica ha sido un obstáculo insalvable. No hay forma de que el sistema funcione como fue planteado”, explicó Gustavo Orozco, secretario de Movilidad, quien desde enero había anunciado que el contrato sería revisado a fondo.
Sin operador, sin interventoría y con el 80% del dinero ejecutado
A la falta de planificación se sumó la ausencia de una interventoría técnica especializada desde el inicio del contrato. Esto dejó sin supervisión rigurosa un proceso que requería altos niveles de control y seguimiento.
Para el momento en que inició la actual administración, ya se había ejecutado más del 80% de los recursos pactados, sin que existiera evidencia del funcionamiento efectivo del sistema. Según la Alcaldía, de los 37 mil millones desembolsados, gran parte se invirtió en equipos que hoy no operan como se había prometido.
A esto se agrega un vacío institucional preocupante: no hay personal en planta con el conocimiento técnico para manejar plataformas de integración semafórica de este nivel.
No obstante, eunque la liquidación del contrato podría implicar un detrimento patrimonial cercano a los 45 mil millones de pesos, la Alcaldía considera que continuar con el proyecto representaría un riesgo aún mayor. Solo la fase de integración técnica requeriría al menos 10 meses adicionales y nuevos recursos, sin garantía de éxito.
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Por ahora, la Secretaría de Movilidad ha anunciado que se enfocará en diseñar soluciones sostenibles y viables, que incluyan una modernización real del sistema semafórico. Entre los nuevos proyectos están la creación de un Centro de Gestión Integrado de Semaforización, la implementación de botones peatonales inteligentes y la revisión de puntos críticos en la red vial.
“Cali necesita una movilidad moderna, pero no se puede improvisar ni repetir errores costosos. Vamos a priorizar la planificación seria y la eficiencia”, concluyó Orozco.
