El hallazgo de una babilla juvenil afectada por residuos sólidos en el humedal La Babilla-Zanjón del Burro, en el sur de Cali, encendió las alarmas entre las autoridades ambientales. Técnicos del Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente (Dagma) iniciaron una intervención urgente en la zona luego de que el ejemplar fuera avistado por guarda humedales con un nailon enredado, al parecer en una de sus extremidades, lo que podría comprometer su movilidad e incluso su vida.
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El operativo, liderado por el Grupo de Fauna Silvestre del Dagma, no solo tiene como objetivo rescatar al animal y brindarle atención médica, sino también adelantar una evaluación general de la población de babillas que habita este ecosistema. Actualmente se estima que más de 15 de estos reptiles viven en el humedal, y su presencia, aunque estable, requiere monitoreo para garantizar que no se convierta en un problema ambiental o de convivencia con la ciudadanía.
Valoración de salud al animal
Lina Marcela Botía Muñoz, subdirectora de Ecosistemas y Umata, explicó que el rescate del ejemplar afectado permitirá también hacer una valoración del estado de salud general de esta especie introducida, y planificar estrategias de manejo responsables. “Nuestra meta es proteger tanto la biodiversidad como la seguridad de los visitantes. Por eso esta evaluación es crucial para definir cómo mantener el equilibrio del humedal sin perturbar su fauna”, puntualizó.
Adicionalmente del trabajo técnico, el Dagma ha reiterado su llamado a la comunidad para que no alimente a las babillas ni altere sus rutinas naturales. Según Jorge Escudero, coordinador operativo del Grupo de Fauna Silvestre, ofrecerles comida a estos animales puede generar una peligrosa dependencia hacia el ser humano, alterar su dieta y provocar cambios en su comportamiento, incluso volviéndolos más agresivos o imprudentes con personas y mascotas.
“La babilla es un animal tímido por naturaleza, pero cuando empieza a asociar la presencia humana con comida, se pierde el respeto mutuo que debe existir entre la fauna silvestre y las personas. Alimentarlas puede parecer inofensivo, pero es un riesgo para todos”, advirtió Escudero.
