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Puente Arco: Símbolo de abandono e inseguridad en Cali

Ciudadanos y turistas coinciden en que su atractivo diseño no compensa los riesgos que implica atravesarlo.

Inaugurado hace más de seis años con bombos y platillos, el puente Arco ubicado en la calle 21 entre la avenida 2N y la carrera 4N, en pleno centro de Cali se ha transformado con el tiempo en un claro ejemplo de cómo una obra de infraestructura puede quedar desconectada de las necesidades reales de la ciudadanía. Su estructura elevada, curvilínea y moderna pretendía ser una solución para los peatones que cruzan el río Cali, además de convertirse en un atractivo arquitectónico para locales y turistas. Sin embargo, la realidad actual dista mucho de esa intención inicial.

Hoy, el puente es evitado por la mayoría. Las razones son múltiples y contundentes; inseguridad, presencia de habitantes de calle, abandono físico, y un diseño poco funcional. La estructura no cuenta con buena visibilidad, es alta y empinada, y sus rampas no resultan cómodas ni para personas mayores, ni para quienes se movilizan en bicicleta, ni para peatones con movilidad reducida.

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Turistas nacionales y extranjeros también han notado el contraste. Mientras algunos visitantes reconocen que el diseño del puente resulta llamativo a simple vista, rápidamente se desilusionan al acercarse. La estructura, sucia, deteriorada y rodeada de maleza, genera una percepción de inseguridad que aleja a los transeúntes y convierte el espacio en un punto ciego dentro del recorrido turístico por el centro de la ciudad.

Puente Arco con riesgo de colapso

Adicionalmente, desde el inicio del proyecto, hubo alertas de tipo técnico y legal. La Contraloría advirtió fallas graves en la contratación y ejecución de la obra. Un informe oficial incluso recomendó su demolición, al identificar riesgos de colapso y afectaciones a terceros. A pesar de esas advertencias, el puente fue entregado sin barandas de seguridad y permaneció inhabilitado durante meses, lo que generó cuestionamientos sobre la planeación y supervisión del proyecto.

A esto se suma el estado actual del entorno; zonas verdes sin mantenimiento, escalas y rampas llenas de maleza, y una completa ausencia de aprovechamiento social o deportivo del lugar. Aunque la escalatina lateral fue pensada para el tránsito de ciclistas y deportistas, hoy no cumple esa función. No hay iluminación adecuada, ni cámaras de vigilancia, ni presencia constante de autoridades.

El puente Arco, que alguna vez aspiró a ser símbolo de modernidad e integración urbana, ha terminado por convertirse en un foco de preocupación ciudadana. Por ahora, la comunidad del barrio Piloto y sectores aledaños siguen esperando acciones concretas de parte de la Alcaldía y los entes de control. La ciudadanía pide más que vigilancia: exige mantenimiento, rediseño y, sobre todo, que las inversiones públicas respondan verdaderamente al bienestar colectivo.

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