Convertir la calle en un punto de partida y no en un final es la premisa del programa que lidera la Alcaldía de Cali para atender a los habitantes sin techo. Bajo el liderazgo del alcalde Alejandro Eder y con la operación de la Fundación Samaritanos de la Calle, la ciudad ha puesto en marcha un enfoque integral que va más allá de la asistencia básica: propone un modelo de atención escalonado que acompaña a cada persona según su proceso y voluntad de cambio.
También puede leer: Cali y MinAmbiente se alían por la Semana de la Biodiversidad 2025
Durante los últimos siete meses, este esfuerzo ha permitido que 120 ciudadanos hayan logrado dejar atrás la condición de habitante de calle, mediante el fortalecimiento de sus proyectos de vida y el acompañamiento profesional constante. El programa, que articula atención médica, psicosocial y espacios de acogida, se divide en tres fases: básica, media y alta, lo que permite atender a cada beneficiario en el punto exacto en el que se encuentra.
Tres fases se dividen en el programa
La fase básica incluye un servicio móvil que recorre la ciudad con atención en salud, psicología, alimentación, higiene y orientación legal. Más de 7.000 atenciones se han prestado en 2025 en puntos clave de Cali, donde equipos especializados trabajan doble jornada para identificar necesidades y promover el acceso a los servicios. Además, en el barrio Sucre funciona un centro fijo de apoyo donde los usuarios reciben alimentación y acompañamiento psicosocial.
En la etapa media, los hogares de acogida ubicados en barrios como; Santa Elena, San Bosco y Piloto ofrecen refugio temporal a quienes están en proceso de alejarse de la vida en calle, pero aún enfrentan retos como el consumo de sustancias o la inestabilidad económica. En estos espacios, se promueven rutinas de autocuidado, independencia y primeros pasos hacia la reintegración social.
La fase alta, conocida como Sostenibilidad, está diseñada para quienes ya han logrado estabilizarse fuera de la calle y requieren un impulso adicional para su inclusión laboral y el fortalecimiento de sus redes sociales. Aquí se ofrecen rutas de empleabilidad, formación y acompañamiento para garantizar que los logros sean duraderos.
Con una inversión inicial de $7.300 millones este año y la expectativa de gestionar más recursos, la Alcaldía busca mantener y ampliar el alcance del programa.
Historias como la de Jonathan Correa, un beneficiario de la Unidad Móvil, muestran el verdadero impacto de esta estrategia. “Gracias a este programa estoy validando el bachillerato. La ayuda no es solo comida o techo, es sentirse humano de nuevo”, afirma. Con esto, Cali demuestra que la inclusión social no es un favor, sino una inversión en dignidad y futuro compartido.