Cali es una ciudad de contrastes, pero también de resiliencia, alegría y orgullo. Así lo reflejaron los resultados de tres grupos focales realizados recientemente con ciudadanos que compartieron su percepción sobre el estado actual de la ciudad y la gestión del alcalde. La investigación buscó entender por qué, a pesar de los desafíos, hay una parte importante de la ciudadanía que mantiene una valoración positiva del gobierno local.
Uno de los sentimientos más fuertes que emergieron en las conversaciones fue el orgullo caleño. Los participantes destacaron con entusiasmo la identidad cultural y el carácter festivo de su gente, ese espíritu alegre que, según ellos, no se encuentra en ningún otro lugar del país. “Aquí la gente es alegre, echada pa’lante”, dijo uno de los asistentes. La salsa, convertida en símbolo de la ciudad, ambién fue motivo de orgullo. Para muchos, que Cali sea reconocida como la “Capital Mundial de la Salsa” no es solo un título simbólico, sino un sello vivo que se respira en sus calles, en las escuelas de baile, en las orquestas y hasta en la fila del banco, como alguien comentó entre risas.
El entorno natural también tuvo un lugar importante en el relato ciudadano. El río Cali, los Farallones y la cercanía constante a la montaña fueron mencionados como tesoros que embellecen el día a día y hacen de la ciudad un lugar privilegiado. A esto se suma el valor que los caleños le dan a su historia deportiva y a eventos como la Feria de Cali o el Salsódromo, que no solo reafirman su identidad, sino que posicionan a la ciudad como un destino cultural reconocido.
En cuanto a la gestión del alcalde Alejandro Eder, varios participantes resaltaron una percepción de cumplimiento de lo prometido en campaña, lo que ha generado confianza y una sensación de coherencia entre el discurso y la acción. Muchos afirmaron que han notado mejoras concretas en movilidad, pavimentación de vías, organización del tránsito y recuperación de espacios públicos. También se mencionó positivamente la intervención en zonas deterioradas y la presencia del gobierno en asuntos de seguridad vial.
Entre el liderazgo cercano y las críticas a la gestión, los caleños construyen su visión de ciudad
Pero más allá de las obras visibles, la figura del alcalde también fue valorada por su imagen de cercanía, integridad y compromiso social. Algunos lo describieron como una persona honesta y alejada de escándalos de corrupción, y resaltaron iniciativas como los comedores comunitarios, el apoyo a poblaciones vulnerables y el impulso a eventos que dinamizan la economía local, como la COP16 o la maratón de Cali.
Sin embargo, la misma encuesta cualitativa recogió voces críticas que expresaron frustración por una gestión que, a su juicio, no ha sido suficiente. Para algunos, el alcalde simplemente no está presente. “Es como si Cali no tuviera alcalde”, dijo una de las personas consultadas, reflejando una sensación de vacío en el liderazgo. También se mencionó que muchas promesas quedaron en palabras y que, especialmente en las comunas más populares, no se ven avances ni inversión real.
La movilidad sigue siendo uno de los puntos débiles. Las quejas por el mal estado de las vías, la congestión y un sistema de transporte público ineficiente se repitieron en varios de los grupos. La inseguridad también fue una preocupación constante: la percepción general es que los robos son frecuentes y la presencia policial, insuficiente. A esto se suma el descontento por decisiones administrativas que se perciben como clientelistas y sin criterios técnicos claros.
Lea también: Eder pierde apoyo de los caleños, desaprobación va en aumento
Lo que emerge de estos grupos focales es un retrato complejo de una ciudad que, a pesar de sus dificultades, se aferra a lo que la hace única. Cali se reconoce a sí misma en su cultura, su música, su gente, y parte de su ciudadanía todavía encuentra motivos para confiar en su gobierno. Pero también hay un sector que exige más, que no se siente representado y que espera acciones más firmes, especialmente en seguridad y equidad territorial.
En ese vaivén entre el orgullo y la crítica, Cali sigue contando su historia. Y sus ciudadanos, como siempre, tienen mucho qué decir.