Durante décadas, la imagen del padre estuvo anclada en el autoritarismo y en la figura distante del proveedor. Muchos hombres crecieron con referentes que estaban distantes emocionalmente, aunque cumplían con sus responsabilidades económicas. Ese modelo, profundamente arraigado en una visión tradicional de la familia, hoy empieza a desmoronarse. Cada vez más generaciones de padres buscan romper con ese molde para ejercer una paternidad más presente y afectiva.
Este cambio no ha ocurrido de forma automática. Los hombres actuales están resignificando el rol de padre a partir de sus propias experiencias y deseos. Preguntarse qué tipo de paternidad recibieron y cómo quieren ejercer la suya se ha convertido en un punto de partida para transformar patrones heredados. Ya no se trata solo de mandar o sostener económicamente, sino de acompañar, escuchar y participar en el crecimiento emocional de sus hijos.
Miguel Cuadros, padre de familia, reflexiona desde su vivencia personal sobre cómo ha cambiado el rol paterno a lo largo de las décadas. “Son tiempos muy distintos. En los años 50 y 60, el padre era visto como la cabeza del hogar y como un símbolo de amor y respeto dentro de la familia. Su autoridad no se cuestionaba. Hoy en día, ser padre tiene otro sentido: solo es significativo si ese rol se ejerce con responsabilidad social y dando un buen ejemplo a los hijos. Ahora se valora más la presencia activa que la figura autoritaria.”
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Paternidad entre generaciones y desafíos laborales
El deseo de involucrarse activamente en la crianza suele chocar con un sistema laboral que no facilita ese compromiso. La mayoría de los padres enfrentan jornadas extensas, escaso tiempo de calidad con sus hijos y licencias de paternidad limitadas o inexistentes. Muchos hombres confiesan que equilibrar el trabajo con la crianza es uno de los retos más grandes que han enfrentado, especialmente en los primeros años de vida de sus hijos.
Álvaro Hernández, hoy de 47 años, recuerda que cuando tuvo a su hijo a los 40, recibió pocos días para estar con su familia. “En ese momento no recuerdo si la ley de licencia de paternidad ya estaba vigente, pero la universidad donde trabajaba, por pura buena voluntad, me dio unos días para estar con mi esposa y mi hijo recién nacido. No fue un beneficio legal, simplemente un gesto de la institución”.
Tener o no acceso a una licencia de paternidad marca la diferencia. Algunos padres que sí la disfrutaron, relatan que ese tiempo fue clave para establecer un vínculo cercano y seguro con sus bebés. Sin embargo, quienes no contaron con ese derecho expresan haber sentido una desconexión inicial que les costó mucho recuperar. Esto pone sobre la mesa la necesidad de políticas públicas que reconozcan la importancia de la figura paterna desde el nacimiento.}
“He tenido una paternidad y vida laboral muy amena por el apoyo de la compañía en la que trabajo, me han dado el chance para trabajar de manera remota desde mi casa y permisos para compartir con mi hijo en sus citas. Tiene que ver también mucho con las modalidades de trabajo actuales con la virtualidad; En mi empresa sí respetaron los 14 días legales de licencia y adicionalmente me dieron otros 7 por parte de ellos”, Andrés Carvajal, un padre joven, que valora el apoyo laboral que ha recibido en su experiencia como papá.
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Corresponsabilidad y vínculo emocional: la mirada desde la psicología
Los padres de nuevas generaciones, especialmente los ‘millennials’, ya no ven las tareas del hogar como una ayuda opcional, sino como una responsabilidad compartida. Cocinar, cambiar pañales, asistir a reuniones escolares o llevar a los hijos al médico, son actividades que asumen con naturalidad. Esta nueva conciencia contribuye no solo al equilibrio familiar, sino también al desarrollo emocional saludable de los niños.
Desde la psicología infantil, se reconoce que la figura paterna es clave en la construcción de autonomía y seguridad. Teresa Barrezueta, psicóloga experta en crianza, destaca que una presencia activa del padre promueve límites sanos, disciplina positiva y una base sólida para el aprendizaje emocional. “El papá no solo sostiene, también regula, acompaña y enseña herramientas para la vida”, explica. La paternidad activa, lejos de ser un acto excepcional, se ha convertido en una necesidad emocional para toda la familia.
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El concepto de “buen padre” también cambió
Ser un “buen padre” ya no se define por la capacidad de sostener económicamente un hogar. Para muchos hombres, hoy significa estar presentes, cuidar, entender, contener y formar parte activa del día a día de sus hijos. Esa redefinición implica un trabajo interno que desmonta estereotipos de masculinidad rígida, frialdad emocional y autoridad incuestionable. La psicología ha demostrado que la paternidad también transforma emocionalmente a los hombres.
La experiencia de ser padre puede convertirse en un punto de quiebre que lleva a replantear prioridades, creencias y conductas. Para algunos, representa una oportunidad de sanar lo que no recibieron y de construir un vínculo distinto con sus hijos. En ese proceso, aprenden que la paternidad no se trata de perfección, sino de presencia, coherencia y amor, una nueva generación de hombres está marcando la diferencia.