En una ladera empinada del suroccidente de Cali, donde a veces las oportunidades escasean y las historias se repiten con tono de supervivencia, un grupo de niños y niñas empieza a escribir un capítulo distinto. Allí, en pleno corazón de la Comuna 18, la Fundación Real Madrid inauguró una Escuela Sociodeportiva que busca transformar la vida de 150 menores en condición de vulnerabilidad, utilizando el fútbol no como fin, sino como medio.
La iniciativa, construida en alianza con la Fundación Concívica, la Fundación Club Campestre de Cali y el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), no se limita a patear un balón. Va más allá de la competencia deportiva, es una apuesta por el bienestar emocional, la formación en valores y la construcción de un proyecto de vida más allá del barrio, más allá del marcador.
El modelo no es nuevo, pero sí necesario. La Fundación Real Madrid ha replicado este enfoque en más de 90 países y ha alcanzado a más de 40.000 menores en situación de riesgo. Cali ahora hace parte de ese mapa global de esperanza, donde el deporte no se mide por goles, sino por oportunidades de cambio.
En esta Escuela Sociodeportiva no hay promesas de fichajes ni trofeos internacionales. Lo que sí hay es una metodología que usa el fútbol para sembrar valores como la disciplina, el respeto, el trabajo en equipo y la empatía. Los entrenamientos se acompañan de sesiones de formación emocional, orientación nutricional, apoyo psicosocial y actividades que promueven la conciencia ambiental. La cancha, entonces, se convierte en un aula donde se aprende a convivir, a gestionar la rabia, a perder sin violencia y a ganar sin pisotear al otro.
Un espacio para sanar, crecer y soñar
La elección de la Comuna 18 no es casual. Se trata de una de las zonas más golpeadas por la pobreza urbana, la desigualdad y el acceso limitado a espacios seguros para la niñez. Por eso, más que un proyecto deportivo, la llegada de esta escuela representa un respiro social para una comunidad históricamente olvidada.
Para los niños y niñas beneficiarios, muchos de los cuales conviven a diario con realidades difíciles, esta escuela representa un punto de inflexión. Por primera vez, muchos de ellos acceden a un programa integral que no solo mejora su condición física, sino que también les ofrece herramientas emocionales y sociales para enfrentar su entorno.
Las familias, a su vez, encuentran en este espacio una red de acompañamiento, una posibilidad de ver crecer a sus hijos en un ambiente donde el juego se convierte en vehículo de transformación. Para algunos, tal vez esta escuela no les dará una carrera futbolística, pero sí la posibilidad de vivir con dignidad, construir relaciones sanas y proyectar un futuro posible.
La presencia de la Fundación Real Madrid en Colombia no es nueva, pero sí cada vez más sólida. Esta inauguración en Cali confirma su apuesta por el país, y en especial por las comunidades donde el deporte puede marcar la diferencia entre repetir patrones o romperlos.
Más allá del prestigio de su escudo, la fundación actúa como un socio estratégico para proyectos sociales con enfoque territorial. De la mano con organizaciones locales como Concívica y el Club Campestre de Cali, demuestra que es posible alinear lo global con lo comunitario, y hacer del fútbol un lenguaje que entienda cualquier niño, sin importar dónde nació.
Un balón que no solo rueda, sino transforma
Este nuevo capítulo para la Comuna 18 empieza con un silbato, un balón y muchas ganas. Pero también con un modelo educativo que ve en cada niño un ser completo, no solo un futuro deportista. En una ciudad que lucha por reducir sus brechas, esta Escuela Sociodeportiva no es solo una noticia: es una apuesta por el presente y el futuro de sus nuevas generaciones.
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Porque cuando se enseña a jugar con respeto, también se aprende a vivir con dignidad.