Luego de más de un mes en recuperación y cinco intervenciones quirúrgicas, John Jairo Díaz, una de las víctimas del atentado al CAI de Meléndez, en el sur de Cali, volvió a casa. Lo recibió su familia con lágrimas, abrazos y la inconfundible alegría de sus dos perros, Kenzo y Pinky, quienes, según sus seres queridos, también fueron parte del milagro.
El pasado 10 de junio, una explosión estremeció al barrio Meléndez. Una carga detonada frente al CAI de la Policía dejó varios heridos, entre ellos John Jairo. Su pronóstico fue reservado desde el primer momento. Estuvo más de 30 días hospitalizado, con cirugías múltiples y días de angustia. Su cuerpo resistió, pero fue su mente, su fe y su familia quienes lo mantuvieron firme.
“Recuerdo que un médico me decía: ya salimos de cirugía, si me escuchas, apriétame la mano, pero no tenía fuerzas, no era capaz”, relató John Jairo, aún conmovido por la experiencia.
Una advertencia silenciosa que pudo salvarle la vida
John no olvida a Kenzo, su perro fiel, quien, sin que él lo supiera, le dio una alerta que cambiaría todo. “Cuando iba caminando, volteé a mirarlo porque estaba jalando mucho la correa. Me devolví dos pasos, y justo ahí escuché la explosión”. La carga detonó justo en el lugar donde había estado segundos antes. Para él, Kenzo fue un ángel con patas.
La escena posterior fue caótica: la moto con la carga explosiva voló por los aires, gente gritando, policías y vecinos corriendo. Y él, herido, sin saber si sobreviviría. Hoy, de regreso en casa, todo parece un sueño del que por fin ha despertado.
En su hogar, sus seres queridos no pueden contener la emoción. Su hijo confiesa que durante el mes que estuvo hospitalizado, no dejaron de orar, pedir por su vida y aferrarse a la fe. “Todos los días le pedíamos a Dios, al despertar, al comer, antes de dormir. Se nos hizo el milagro”, dice con voz quebrada.
Su esposa, aunque agradecida, no puede evitar hacer un llamado. “Lo único que le pido a estas personas es que pensemos en la paz. Que no causen más dolor. Que no sigan destruyendo familias”, expresa entre lágrimas. Porque, como ella misma asegura, cada ataque deja cicatrices en cientos de hogares.
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La historia de John Jairo no es solo la de un sobreviviente. Es también la de una ciudad golpeada por la violencia, de una familia que resistió con amor y de un perro que, sin saberlo, se convirtió en héroe.