La ciudad de Cali enfrenta una alerta en materia ambiental y administrativa tras la denuncia pública del concejal Rodrigo Salazar Sarmiento, quien aseguró que el laboratorio ambiental del Dagma habría perdido su acreditación otorgada por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM). Esta certificación es clave para validar técnicamente las evaluaciones de calidad de aire, agua y ruido que realiza la entidad distrital.
Según el concejal, la pérdida de dicha acreditación limita seriamente las capacidades del Dagma para adelantar procesos sancionatorios y de control, al quedar sin respaldo técnico-jurídico en la recolección y certificación de datos ambientales. “La omisión y la negligencia de quienes tienen a cargo este proceso han comprometido la validez de los procedimientos sancionatorios que adelanta la autoridad ambiental”, expresó Salazar.
El cabildante también cuestionó que, pese a que el alcalde Alejandro Eder aseguró públicamente que la acreditación se mantenía vigente, la realidad sería otra. “Nuevamente se le miente a los caleños”, afirmó el concejal, quien pidió claridad inmediata sobre el estatus actual del laboratorio.
¿Posible pérdida de acreditación?
El laboratorio, actualmente bajo la responsabilidad del contratista Edgar Herrera y con supervisión de la subdirectora Lina Botía, es una pieza técnica fundamental en los procesos de inspección, vigilancia y control ambiental en el Distrito. La posible pérdida de la acreditación podría obligar a la administración a contratar estos servicios con laboratorios privados, lo que no solo implicaría mayores costos, sino que representaría un retroceso en la autonomía técnica del Dagma.
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Ante este escenario, Salazar hizo un llamado urgente al Ministerio Público, la Personería de Cali y la Procuraduría General de la Nación para que investiguen la situación, se verifique si el laboratorio cuenta o no con la acreditación vigente, y se determinen responsabilidades. “Necesitamos saber si fue por acción o por omisión, pero alguien debe responder. El rigor técnico no puede ponerse en juego por improvisación o desinterés”, concluyó.