Cali ha dado un paso decisivo en su camino hacia la sostenibilidad, puesto que según el diagnóstico más reciente del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), presentado por el Departamento Administrativo de Planeación, la capital vallecaucana cuenta hoy con 382.655 árboles, lo que representa un incremento de más de 86.000 ejemplares respecto a 2015. Esta cifra equivale a un árbol por cada 8,3 habitantes.
El aumento no solo es cuantitativo, ya que el 54% de los árboles actuales pertenecen a especies nativas, superando el 34% registrado en el anterior censo arbóreo. Esto significa una mejora importante en términos de adaptación ambiental, resiliencia ecológica y equilibrio del ecosistema urbano.
“La actualización del censo nos confirma un impacto positivo en la calidad del aire”, afirmó Lina Botia, subdirectora de Ecosistemas y Umata del Dagma. Según el informe, el arbolado de Cali contribuyó a remover 78 toneladas de contaminantes y a producir más de 9.000 toneladas de oxígeno en los últimos años. Además, estos árboles ofrecen sombra, regulación térmica y refugio para numerosas especies. Entre ellas, destacan el guayacán rosado y el chiminango, que adornan los parques y avenidas con sus floraciones y copas frondosas.
Cali, destino global de naturaleza viva
El diagnóstico del POT revela que Cali cuenta con 13 ecosistemas diferenciados: 9 en su zona rural y 4 en la urbana. Entre ellos figuran bosques secos, páramos, humedales y bosques andinos. Este mosaico ecológico es el hogar de más de 600 especies de aves, lo que representa el 31% del total nacional.
Algunas, como el canario coronado y el carpinterito colombiano, son indicadoras clave de conservación. Sin embargo, estos entornos enfrentan amenazas crecientes por minería ilegal, deforestación, contaminación y ocupación no planificada. Frente a estos desafíos, la Administración distrital de Alejandro Eder ha intensificado esfuerzos junto al Dagma, la CVC y las fuerzas armadas. Las medidas incluyen el cierre de minas ilegales en los Farallones, la restauración de corredores biológicos y vigilancia ambiental en zonas vulnerables.
Estas acciones también han abierto la puerta al ecoturismo regenerativo, como el circuito de avistamiento de aves en los Farallones. Allí, las comunidades locales se articulan con visitantes en una experiencia sostenible que mezcla conservación y desarrollo social.
Con estos avances, Cali se posiciona como un referente nacional e internacional en biodiversidad urbana. La ciudad se compromete así a equilibrar su crecimiento con el cuidado del entorno, proyectándose como un destino verde y resiliente en medio del cambio climático.