Diana Díaz, caleña, madre de dos hijos y auxiliar contable de profesión, decidió hace más de un año darle un giro total a su vida laboral. Cambió los números y la oficina por una motocicleta, que hoy no solo es su herramienta de trabajo, sino también la base de un servicio de transporte exclusivo para mujeres.
Conduciendo por las calles de Cali, Diana ofrece traslados seguros a usuarias que prefieren evitar el transporte público o los vehículos conducidos por hombres. Su motivación principal ha sido brindar confianza, tranquilidad y respaldo a otras mujeres en una ciudad donde los riesgos en la vía, y fuera de ella, no son menores.
Transporte con enfoque femenino
Desde el primer día, Diana notó el impacto que tenía su presencia al volante. “Cuando recogí a mi primera clienta, se sorprendió al ver que yo era mujer”, recuerda. Esa reacción fue la primera señal de que estaba respondiendo a una necesidad real. Hoy, dice, su moto es casi como un consultorio andante, donde además de transporte, muchas mujeres encuentran una conversación, un desahogo o incluso una amistad.
Su jornada arranca desde las 4 de la mañana, y en promedio transporta a unas 10 mujeres por día, muchas de ellas ya clientas fijas. A diferencia de los servicios digitales, ella trabaja por su cuenta, sin aplicaciones ni intermediarios. “Yo reviso la moto todos los días: frenos, gasolina, luces. Me aseguro de que todo esté bien antes de salir”, cuenta. También lleva cascos disponibles, aunque muchas pasajeras ya tienen el suyo.
Una alternativa al transporte público
Frente a un sistema de transporte cada vez más deteriorado, este tipo de servicios personalizados gana terreno. Diana lo sabe, y sus clientas también. “Prefiero contratarla a ella. Me acompaña durante mi día y me siento más tranquila”, asegura una de sus usuarias habituales.
Más allá del traslado, lo que ofrece esta caleña es una experiencia segura y empática, algo que muchas mujeres valoran profundamente. Ella no solo maneja, sino que cuida cada detalle del recorrido. Por eso, más que una moto, Diana ha construido una red de confianza móvil.
Pero no todo es fácil. Como conductora, Diana enfrenta retos diarios en las calles de Cali. Desde imprudencias de otros vehículos hasta actitudes machistas. “Se nos atraviesan mucho. Creen que por ser mujeres no sabemos manejar”, dice.
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Aunque los siniestros viales no distinguen género, ella considera que hay un trato diferente en la vía, especialmente cuando los conductores ven a una mujer sobre dos ruedas. Aun así, continúa adelante, no solo por necesidad, sino porque está convencida de que hacer visible su trabajo ayuda a cambiar percepciones.
Desde sus redes sociales, registra parte de sus recorridos y muestra que sí es posible transformar la movilidad con empatía, seguridad y liderazgo femenino.