La evidente contaminación del río Cali mantiene en alerta a la ciudadanía, sin que hasta el momento las autoridades emitan una respuesta oficial ni se haya declarado alguna alerta ambiental. La situación ha sido denunciada en redes sociales durante varios días, mientras el afluente continúa presentando aguas oscuras, malos olores y rastros de residuos contaminantes.
Desde sectores cercanos al Hotel Intercontinental, ciudadanos han reportado la presencia de aguas negras y un fuerte olor nauseabundo, lo que ha despertado preocupación por la salud ambiental de uno de los principales afluentes urbanos de la capital del Valle del Cauca. Sin embargo, ni el Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente (Dagma), ni las Empresas Municipales de Cali (Emcali), ni la CVC han emitido declaraciones recientes frente a este fenómeno.
Esta no es la primera vez que el deterioro del río Cali genera alertas. En abril, Emcali confirmó la presencia de trazas de mercurio en su cauce, derivadas de antiguas actividades de minería ilegal en la cuenca del río Aguacatal, una de las fuentes que alimenta el río Cali. Pese a ello, la empresa aseguró en su momento que el agua que llega a las bocatomas es segura para el consumo tras el proceso de potabilización.
Además del mercurio, estudios previos han identificado otros contaminantes como arsénico y plomo, arrastrados desde zonas rurales como Montebello, afectadas por pasivos mineros. La situación se agrava con los constantes vertimientos de aguas residuales, especialmente por conexiones erradas al sistema pluvial y falta de control urbano.
El informe de la iniciativa Cali Cómo Vamos evidenció que cinco de los seis ríos urbanos de la ciudad, entre ellos el Cali, registran una disminución alarmante en la calidad del agua: pasan de índices aceptables en su nacimiento a niveles “regulares” o “malos” al salir de la ciudad.
A pesar de que se han anunciado en otras ocasiones convenios interinstitucionales para cerrar bocaminas, hacer limpiezas y reforzar la vigilancia, habitantes denuncian que en la práctica no hay acciones contundentes. Mientras tanto, la contaminación sigue visible a simple vista, sin que se implementen medidas de choque ni campañas informativas que aclaren los riesgos reales.
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La comunidad exige que se declare una emergencia ambiental, se realicen monitoreos públicos frecuentes y se adopten acciones inmediatas para proteger este recurso natural clave para la ciudad.