Una nueva rumba callejera tuvo que ser intervenida por las autoridades en el oriente de la ciudad. El hecho se registró el pasado domingo en el sector de Marroquín III, donde un grupo de personas bloqueó varias calles para instalar un improvisado espacio de baile y consumo de licor sin contar con permisos oficiales.
La convocatoria, según informaron las autoridades, habría sido organizada por un colectivo que se hace llamar “Salsa Hub”, el cual promueve este tipo de encuentros masivos a través de redes sociales. En esta ocasión, la fiesta se prolongó por varias horas y terminó siendo suspendida tras la llegada de la Policía Metropolitana y funcionarios de la Alcaldía.
Vecinos del barrio denunciaron la alteración de la tranquilidad, el ruido excesivo y el desorden en el espacio público. “Es imposible dormir con el volumen de la música y además los carros no pueden circular porque bloquean las calles. No estamos en contra de la salsa, pero esto es un barrio residencial, no una discoteca”, afirmó un habitante de Marroquín III.
Desde la administración municipal recordaron que este tipo de eventos requieren autorización previa y deben cumplir medidas de seguridad y control de aforo, condiciones que no se cumplen en las llamadas “rumbas callejeras”.
Está dinámica, se han convertido en una práctica recurrente en algunos sectores del oriente de Cali, lo que ha generado preocupación entre líderes comunitarios y autoridades. En varias ocasiones, estas fiestas han derivado en riñas, enfrentamientos e incluso hechos violentos que ponen en riesgo a los participantes y a los vecinos.
Ante esta situación, la Policía anunció que se reforzarán los operativos de control en barrios donde se han detectado convocatorias similares y que se iniciarán procesos sancionatorios contra los promotores. “La cultura y la música son parte fundamental de la identidad caleña, pero deben expresarse en escenarios adecuados y bajo condiciones que garanticen seguridad”, concluyó la institución.
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Con este nuevo caso, ya son varias las rumbas intervenidas en lo corrido del año en Cali, una problemática que plantea el reto de equilibrar el derecho al disfrute de la música con la necesidad de preservar la convivencia ciudadana.