“Si me pueden ubicar a mi hijo, Alejandro Hernández Vargas, venía al Parque de la Caña”, repite una y otra vez la madre de este joven de 15 años que quedó desaparecido tras la explosión ocurrida en inmediaciones de la base aérea Marco Fidel Suárez, en Cali. Su voz, cargada de angustia, refleja el drama humano detrás de los titulares sobre el ataque terrorista.
La mujer, que ha difundido su número de contacto para recibir información inmediata (321-693-8132), ruega a quienes hayan visto a Alejandro que se comuniquen. Su desesperación se ha convertido en un clamor colectivo que hoy recorre barrios, redes sociales y medios de comunicación.
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La descripción del joven desaparecido
Alejandro Hernández Vargas fue visto por última vez dentro de las instalaciones del Parque de la Caña. Vestía una pantaloneta azul oscura y una camiseta con las siglas “CRP” en la parte delantera. De tez blanca, contextura delgada y cabello negro, su imagen circula en carteles improvisados y publicaciones digitales que buscan multiplicar las posibilidades de hallarlo.
La comunidad caleña se ha unido en la búsqueda. Vecinos, conocidos y hasta desconocidos han compartido sus datos con la esperanza de aportar alguna pista. En medio de la tragedia, la solidaridad ciudadana se convierte en el motor que sostiene la esperanza de una madre que se niega a perder la fe.
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Ola de violencia en Cali: Atentado explosivo deja heridos, desaparecidos y fallecidos
El caso de Alejandro se enmarca en el atentado terrorista que estremeció a Cali el pasado 21 de agosto. La explosión, ocurrida cerca de la base aérea, dejó varios heridos y un número aún no precisado de desaparecidos. La onda expansiva no solo sacudió las instalaciones militares, sino que alcanzó zonas civiles como el Parque de la Caña, donde se encontraba el joven.
Las autoridades investigan a los responsables y han reforzado las medidas de seguridad en la ciudad. Sin embargo, más allá de las cifras oficiales, persiste el drama de familias como la de Alejandro, que siguen esperando respuestas. Cada minuto que pasa sin noticias se convierte en una herida abierta para quienes buscan a los suyos entre la confusión y el miedo.
