El 21 de agosto de 2025, Cali amaneció con el eco de un brutal atentado contra la base aérea Marco Fidel Suárez. Un camión cargado con explosivos se convirtió en arma de terror, dejando siete personas muertas y al menos 72 heridas, entre ellas una mujer en embarazo y un conductor de taxi que se encontraba cerca del lugar. La escena desató caos y angustia entre los habitantes, quienes aún no logran superar el impacto de la violencia.
El presidente Gustavo Petro reaccionó de inmediato y lideró un consejo de seguridad extraordinario en el aeropuerto Bonilla Aragón en compañía del Alcalde Alejandro Eder. Desde allí, ordenó una ofensiva conjunta de inteligencia y judicial para capturar a los responsables.
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Alias ‘Marlon’: un prontuario marcado por el crimen
Las investigaciones señalan a Iván Jacobo Idrobo Arredondo, conocido como alias ‘Marlon’, como el principal responsable del atentado. Este hombre, quien hace parte del Estado Mayor Central de las disidencias de las Farc, lleva más de 15 años en el mundo criminal y es considerado uno de los hombres de confianza de alias ‘Iván Mordisco’. Además de este ataque, se le atribuye el secuestro del menor Lyan Hortúa, hecho que generó profunda indignación en el Valle del Cauca.
Alias ‘Marlon’ ha consolidado un poder violento en el cañón del Micay, donde controla rutas del narcotráfico que abastecen a redes internacionales. A través de extorsiones, ha sometido a empresarios y hacendados de Jamundí y del norte del Cauca, imponiendo un clima de miedo constante. Su nombre también figura en ataques contra la Policía y en órdenes de secuestro que afectaron a funcionarios públicos. Todo esto lo perfila como uno de los jefes criminales más peligrosos de la región.
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La respuesta del Estado y el desafío a la paz
La presencia de alias ‘Marlon’ y de sus estructuras pone en evidencia la fragilidad del suroccidente colombiano frente al crimen organizado. La actual administración busca que estas disidencias, al igual que la ‘Segunda Marquetalia’ y el ‘Clan del Golfo’, sean reconocidas como grupos terroristas en pleno derecho. Esta decisión abriría la puerta a operaciones más contundentes y a una persecución judicial más amplia contra sus líderes.
Pese a los avances en algunos procesos de paz, los recientes hechos demuestran que el camino hacia una Colombia sin violencia aún enfrenta grandes obstáculos. La persistencia de estas organizaciones criminales recuerda que los acuerdos firmados con otros actores armados no logran cubrir todo el espectro de violencia.