El panorama médico empieza a dar señales de esperanza después del atentado ocurrido el 21 de agosto en inmediaciones de la Base Aérea Marco Fidel Suárez, en Cali. De los más de 70 lesionados, 40 ya fueron dados de alta y el resto permanece en observación con estado estable, salvo dos pacientes que siguen en cuidados intensivos.
Este balance médico se ha convertido en el punto de alivio para las familias y las autoridades, luego de una semana marcada por la angustia y el temor tras el ataque atribuido a disidencias de las Farc, que dejó seis muertos y un centenar de afectados por daños materiales.
La gobernadora encargada del Valle, María Cristina Lesmes, informó que la atención hospitalaria permitió estabilizar a la mayoría de víctimas, lo que ha reducido la presión sobre los centros médicos de la ciudad. “El parte médico es alentador, los pacientes evolucionan de manera favorable”, señaló la mandataria.
Aunque la recuperación física avanza, las autoridades reconocen que el reto ahora se centra en el acompañamiento psicosocial para las familias que siguen afectadas emocionalmente por el atentado. Para ello se anunció la apertura de un Centro de Escucha y Acompañamiento Psicosocial, que funcionará entre el 27 y el 30 de agosto en horarios de mañana y tarde.
Apoyo comunitario y reconstrucción
De forma paralela, la Gobernación del Valle y la Alcaldía de Cali trabajan en un plan de atención a los damnificados. El censo inicial identificó 152 inmuebles afectados, entre casas, hoteles y negocios. Para responder, se habilitaron puntos de acopio en centros comerciales y se puso en marcha una Vaki ciudadana con el fin de recaudar dinero en efectivo.
“Cualquier aporte cuenta, no importa la cantidad”, insistió Lesmes, al explicar que los recursos serán destinados a la recuperación de viviendas y a la atención de las familias que lo perdieron todo.
El plan de reconstrucción proyecta una duración de seis meses, siempre y cuando la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo asuma el liderazgo de la emergencia. Mientras tanto, las autoridades locales y los gremios económicos se mantienen al frente de las primeras fases de atención.
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“Lo más importante es que la vida de los heridos ya no corre peligro. Ahora debemos enfocarnos en que recuperen su tranquilidad y que la comunidad pueda levantarse de este golpe”, concluyó Lesmes.