El pasado 23 de agosto, un estudiante de 23 años se quitó la vida al interior de la Universidad del Valle. Hace dos años, otra estudiante también lo hizo. Y así, las alertas por suicidios en esa institución vienen desde hace años. En medio de ese panorama, estudiantes exigen mayor atención en salud mental y denuncian trabas en las rutas de psicología de la universidad.
“No hay una ruta de salud mental establecida en la universidad. Casi nunca hay agenda y no hay personas que atiendan las urgencias psicológicas. Si vas en crisis, a veces te toca esperar hasta 45 minutos”, dice a CW+ Noticias Isabella Klinger, estudiante de trabajo social y activista por los derechos en salud mental y de la comunidad disca.
Este ambiente es el que perciben otros estudiantes que habitan el campus universitario y que reclaman que la salud mental sea una prioridad. “El panorama es bastante complicado para las personas que habitamos estos sufrimientos desde la comunidad universitaria”, afirma a CW+ Val Hurtado, estudiante de trabajo social y miembro de la Fundación Frida Iris, que aboga por los derechos Lgbtiq+. Entre tanto, las alarmas siguen encendidas en la universidad.
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El preocupante panorama de salud mental y de suicidios en Univalle
Hace menos de un mes, la vida de Juan Esteban Cedeño se apagó. Tenía 23 años y era estudiante de segundo semestre de Ingeniería en Sistemas. El sábado 23 de agosto, Juan Esteban se quitó la vida al interior de las instalaciones de la universidad, un hecho que enlutó a la comunidad universitaria. Con una velatón, la universidad lo conmemoró y lamentó lo sucedido.
Este hecho no es aislado. En febrero de 2023, ocurrió lo mismo con Dayana Stefanía Sarria, estudiante de segundo semestre de Administración Turística. “El mejor homenaje para Dayana Stefanía será avanzar juntos como conglomerado humano y fortalecer los lazos solidarios que nos hagan más sensibles a las necesidades de los otros”, expresó la universidad en un comunicado en ese entonces.
Pero los casos de suicidio al interior de la universidad no son nuevos. Desde hace más de ocho años, se han alertado. En 2017, la Gobernación del Valle pidió un plan de acción luego de dos intentos de suicidio y cuatro casos más de estudiantes de carreras de salud que se quitaron la vida. Hasta el año pasado, se habían registrado más de 5 mil casos en los que estudiantes universitarios atentaron contra su vida. Y en el primer trimestre de 2025, la Secretaría de Salud de Cali determinó que la juventud es uno de los cursos de vida donde más se presentan estos hechos.
“Estos casos de suicidio son los más mediáticos. Pero hay más. El suicidio es un problema de salud pública. Son tantos los casos que tenemos que empezar a hablar de esto y a actuar”, dice la estudiante Val Hurtado. “No queremos que esto vuelva a pasar y para eso la universidad tiene que escuchar al estudiantado, pero el estudiantado también debe cuestionarse”, dice Isabella Klinger. “Una esperaría que por haber intentos y por haber suicidios, pues las cosas van a cambiar, pero eso no pasa”, agrega.
Las exigencias de los estudiantes en salud mental
“Las citas son muy demoradas. El tema en sí que tratan las personas que atienden a los estudiantes es muy limitado. A veces solo son para temas académicos y deberían ampliar su gama”, asegura Isabela Benavides, estudiante de ingeniería electrónica de Univalle. “Al principio la atención sí suele ser importante para los estudiantes, luego siento que se desmejora para la profundidad que uno puede sentir”, dice Johan Zúñiga, de Geografía.
Como Johan e Isabella, son muchos los casos de estudiantes que ven falencias en las rutas de atención mental. Incluso, que denuncian falta de sensibilidad de los profesionales. “He sufrido discriminación y revictimización por parte de quienes en este momento todavía ejercen como profesionales del servicio psicológico”, dice Klinger.
Al interior de la Universidad del Valle existe la política institucional de “universidad saludable” bajo el Acuerdo 003 de mayo de 2024, también espacios como Bienestar Universitario y promoción preventiva y un servicio de salud universitario que funciona articulado con el Hospital Psiquiátrico del Valle.
Así mismo, la resolución 008 de 30 de mayo de 2024 del Consejo Superior establece lineamientos para promover un entorno seguro y saludable. En ella, habla de espacios seguros para atención psicosocial, capacitación de equipo humano para atención en salud mental y protocolos de prevención, intervención y atención integral ante situaciones de violencia o riesgo.
Sin embargo, parece no ser suficiente para algunos estudiantes. Según Val Hurtado, la universidad “responde con acciones revictimizantes” y con comunicados “vacíos” en muchos casos, particularmente en los de suicidios que se presentan al interior de la universidad. “Queremos que en la universidad existan los protocolos, que exista una política de salud mental que se supone que está, pero realmente no funciona, no es eficaz”, agrega.
“La llorería”, una propuesta de entornos seguros en la universidad
El término “llorería” se volvió famoso por memes sobre salud mental y sobre las quejas de otros con respecto a su sentir. En 2021, en un edificio de Madrid, España, se creó un espacio llamado “La Llorería”, que funciona como un sala de llanto y desahogo. La iniciativa nació para visualizar los problemas de salud mental y alentar a las personas a hablar de lo que sienten.
Un modelo similar propone la estudiante Isabela Klinger. La propuesta nació en la mesa del paro nacional del 2021, que se dio en el marco de la pandemia del Covid-19 y que profundizó los problemas de salud mental a nivel mundial. En ese año, aumentaron en un 11% los suicidios en Colombia, frente al 2020, con más de 3 mil casos. Esto, según cifras del Institucional Nacional de Salud (INS).
“Es un dispositivo de contención. Lo pensamos como un lugar al que podamos acudir y no tengamos que sostener el corazón y actuar como si todo estuviera bien. Que sea un lugar seguro dentro de la universidad que casi no hay”, concluyó. Mientras tanto, los estudiantes trabajan para hacer realidad este espacio, pero que mejoren las rutas de atención y el campus florezca como un espacio cada vez más sano.
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