En la Semana de la Biodiversidad, espacio que se proyecta como legado de la COP16, Cali se convirtió en epicentro del debate sobre la defensa de los ecosistemas. Durante el panel “Crímenes Ambientales y Estrategias para su Prevención”, expertos internacionales y autoridades locales analizaron cómo las economías ilegales, entre ellas el narcotráfico, la minería ilegal y el tráfico de especies, golpean no solo a la fauna y la flora, sino también a las comunidades que habitan en los territorios más afectados.
El alcalde Alejandro Eder asumió un rol protagónico al plantear que el país no puede seguir postergando decisiones frente a estas economías ilícitas. Recordó que el Chocó Biogeográfico, del que Cali forma parte, ha perdido un 40% de su cobertura forestal en las últimas décadas, y subrayó que la sostenibilidad del planeta depende de acciones firmes y coordinadas. “Exigimos a los gobernantes actuales y futuros derrotar de una vez por todas estas economías ilegales que nos están matando a todos”, enfatizó.
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El impacto ambiental del narcotráfico y la minería ilegal
Eder puso sobre la mesa la realidad que vive la ciudad en el Parque Nacional Natural Farallones de Cali, donde la minería ilegal amenaza las fuentes de agua que abastecen a miles de familias. El mandatario resaltó que la Administración Distrital, con el apoyo de diferentes instituciones, cerró ocho bocaminas ilegales en la zona, un logro que demuestra, según él, que “con voluntad política sí es posible avanzar en la protección ambiental”.
El alcalde también alertó sobre el narcotráfico como un factor de destrucción de la biodiversidad. Explicó que cada kilo de cocaína requiere 82 kilos de precursores químicos que terminan contaminando ríos y mares. Este panorama, advirtió, no solo compromete la seguridad alimentaria y el agua potable, sino que también multiplica la violencia. Por eso, pidió al Gobierno Nacional asumir un compromiso real para enfrentar este flagelo de manera integral.
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Bioeconomía y cooperación internacional como salida sostenible
El mandatario señaló que la bioeconomía ofrece un camino viable para enfrentar las economías ilegales y construir alternativas de desarrollo. Propuso fortalecer el ecoturismo, los productos derivados de la biodiversidad y la investigación científica como ejes de crecimiento que no destruyen los ecosistemas. Eder subrayó que Colombia puede aprender de modelos exitosos como el de Costa Rica, donde el ecoturismo se consolidó como motor económico y de conservación.
Expertos internacionales respaldaron su posición. Catalina Gutiérrez, directora de Wildlife Conservation Society Colombia, insistió en que derrotar los delitos ambientales requiere alianzas entre comunidades, gobiernos y sector privado. A su vez, Ana Matarrita McCalla, alcaldesa de Limón en Costa Rica, destacó que los crímenes ambientales no conocen fronteras y que lo que ocurre en un país repercute en otros. “Celebro que Cali lidere este debate, porque lo que está en juego es la vida misma de nuestras comunidades”, afirmó.