Hace algún tiempo se conoció la historia de María Antonia Cuero, una mujer nacida en Buenaventura que podría romper todas las marcas conocidas sobre longevidad. Sus documentos la indicarían que nació en 1901, documento que hoy se encuentra en proceso de verificación internacional. Si esos registros se confirman, Colombia tendría a la persona más longeva del planeta, un hecho que ya despierta atención en médicos, investigadores y curiosos de todo el mundo.
Su historia no empieza en una gran ciudad ni en un hospital moderno. Comienza cerca de las riberas del río Mallorquín, en un entorno rural donde las parteras envolvían a los bebés recién nacidos en hojas de plátano. Creció en una familia numerosa, marcada por el trabajo del campo y por una vida sencilla que hoy se ha vuelto protagonista del debate sobre envejecimiento extremo.
María Antonia ha pasado gran parte de su vida entre Buenaventura, Quinamayó y Cali. Actualmente divide sus días entre la casa de su hija Delcy y las visitas a especialistas que la acompañan en sus controles médicos. A pesar de los años, conserva una rutina activa, se baña sola, elige su ropa, cocina cuando tiene ánimo y mantiene una memoria que sorprende a quienes la rodean.
Su hermana Elvia y su hija Delcy a veces dudan de la cifra que aparece en su cédula, no por desconfianza, sino porque les cuesta creer que una mujer con su vitalidad tenga más de 120 años. Los especialistas que la han evaluado explican que no pueden certificar su edad por sí solos, pero reconocen que su condición física y su genética llaman la atención. Las dos también lucen más jóvenes de lo que su edad indica, un detalle que alimenta la teoría de una herencia familiar inusual.
El estilo de vida que marca la historia de María Antonia Cuero
Cuando le preguntan por su secreto, María responde con naturalidad. Habla de una vida sin muchas preocupaciones, de caminar todos los días, de mantenerse al aire libre y de comer lo que daba el campo. Creció entre plátanos, bananos, pescados y alimentos frescos. También recuerda que nadaba y remaba con frecuencia, actividades que marcaron su juventud en el Pacífico.
Esa misma alimentación y actividad física llaman la atención de los investigadores que siguen su caso. En el país existe un proyecto científico que estudia a los colombianos que superan los 100 años, el nombre de María Antonia ya está incluido en ese análisis.
Aunque hoy presenta dolores propios de la edad, mantiene una salud que desconcierta a los médicos. Toma medicamentos para la hipertensión, vitaminas y tratamientos para la osteoporosis, pero sus exámenes han mostrado parámetros estables, incluso mejores que los de personas mucho más jóvenes.
María crió ocho hijos y su descendencia ya alcanza varias generaciones. Entre nietos, bisnietos, tataranietos y choznos, su familia supera el centenar de personas. Muchos de ellos la visitan con frecuencia y participan en su cuidado, especialmente ahora que vive en Cali.
Un posible récord mundial en camino
El proceso para validar su edad ante Guinness World Records ya está en curso. Esta revisión revisará cada documento, cada testimonio y cada registro que respalde su fecha de nacimiento. Si la entidad acepta su caso, María Antonia superaría a Jeanne Louise Calment, la francesa fallecida a los 122 años.
Por ahora, lo único seguro es que la historia de esta mujer del Pacífico se abrió paso en la conversación global sobre la longevidad. Su vida atraviesa guerras, avances tecnológicos y cambios que transformaron el mundo, mientras ella sigue contando anécdotas con la serenidad que la caracteriza.
