Desde tempranas horas de este tercer día de Feria de Cali, la Autopista Suroriental comenzó a transformarse, pues el desfile de autos clásicos ya está en marcha y recorre la ciudad como una postal viva del pasado, avanzando entre miradas curiosas, celulares en alto y recuerdos compartidos.
El trayecto, que va desde la Transversal 29 hasta la Carrera 70, se convirtió en un escenario abierto. En ese lugar, ruedan vehículos que marcaron épocas distintas de la ciudad. Autos, motocicletas y bicicletas antiguas avanzan a un ritmo pausado, lejos de la prisa diaria. La escena conecta generaciones y puede despiertar memorias que muchos creían olvidadas.

Cada máquina que participa guarda una historia propia. Algunas han permanecido en una misma familia durante décadas. Otras fueron restauradas con paciencia para volver a rodar. No están aquí como piezas de museo. Están vivas y en movimiento.
Gustavo Muñoz participa con un Toyota FJ43 que conserva desde hace 46 años. El vehículo perteneció a su padre y mantiene sus piezas originales. Para él, no es solo un carro antiguo. Es parte de su historia familiar y de la ciudad que lo vio crecer.

A pocos metros, una bicicleta avanza sin prisa entre los autos. Catalina Balanta la conduce con calma. Tiene más de 30 años y pasó por tres generaciones. Fue de su abuelo, luego de su madre, y hoy la acompaña en este recorrido. La bicicleta, reconstruida, sigue rodando por las mismas calles que recorrió décadas atrás.
Los clásicos que también sirvieron a la ciudad
El desfile también incluye vehículos que cumplieron funciones importantes. Entre ellos, antiguos carros de bomberos del Valle del Cauca. Son máquinas robustas, de otra época, que atendieron emergencias cuando la ciudad crecía.
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Uno de los más observados es un camión alemán fuera de servicio. Ya no responde a llamados urgentes, pero conserva su presencia. Hoy recorre la Autopista Suroriental como símbolo del trabajo silencioso que ayudó a proteger a miles de caleños.
Un recorrido que conecta recuerdos y presente
A lo largo del trayecto, el público observa con atención. Algunos reconocen modelos que vieron en su infancia. Otros descubren por primera vez estos vehículos. Aquí no desfilan solo máquinas. Desfilan historias de viajes, familias, oficios y aprendizajes.

Este desfile de autos clásicos ya está en desarrollo y se consolida como uno de los eventos más significativos de la Feria de Cali. No busca nostalgia triste. Propone memoria viva. Muestra que la ciudad también se entiende desde lo que rodó por sus calles y ayudó a construir su identidad.