En Colombia, los médicos rurales se enfrentan a una grave crisis de seguridad mientras trabajan en zonas afectadas por el conflicto armado.
En Colombia, los médicos rurales se enfrentan a condiciones extremas mientras prestan servicios en zonas con presencia de guerrilla. Recientes testimonios de profesionales de la salud destacan un entorno de violencia y amenazas constantes, que compromete su seguridad y bienestar.
Por esto, la revista SEMANA, ha dado a conocer impactantes historias de médicos que se ven obligados a enfrentar el riesgo.
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Laura García, médica rural, abandonó su puesto en El Bagre, Antioquia, en marzo de 2023 debido a amenazas persistentes. A pesar de sus esfuerzos por trasladarse a una zona más segura, enfrentó dificultades con las autoridades de salud que amenazaron con sanciones si renunciaba.
“Nos dicen que las amenazas no son lo suficientemente graves y nos sancionan con meses de penalidad”, indicó Laura García.
Otro caso trágico es el del médico Juan Carlos Caiza, asesinado el 14 de febrero en Florencia, Cauca, a manos de hombres armados vinculados al grupo disidente Carlos Patiño. Las investigaciones sobre su muerte aún no han avanzado, y el médico se convierte en un ejemplo de los peligros a los que están expuestos estos profesionales.
En el Bajo San Juan, Chocó, un médico residente fue torturado por un grupo armado que disputaba territorio con el ELN. El médico, que atendía a las comunidades con recursos limitados, fue golpeado y torturado bajo la sospecha de tener información sobre los rivales del grupo.
Estos relatos muestran una crisis en el sector de la salud rural en Colombia, donde los médicos deben exponerse constantemente. Esto por la falta de protección adecuada y la indiferencia institucional que agravan la situación, poniendo en evidencia la necesidad urgente de medidas que garanticen la seguridad y el bienestar de ellos.