En una entrevista con El Tiempo, Yesenia Olaya, Ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia, destacó la relevancia de promover economías lícitas basadas en la hoja de coca. Un enfoque central para la administración actual. Proveniente de Tumaco, una región que ha vivido de cerca el impacto de los cultivos ilícitos, Olaya plantea una visión renovadora sobre cómo transformar la economía en estos territorios. Desafiando la percepción tradicional que asocia la hoja de coca únicamente con la producción de cocaína.
“La hoja de coca no es igual a cocaína”, subraya Olaya, al defender una transición hacia modelos económicos alternativos, acompañados de ciencia y políticas públicas inclusivas que permitan aprovechar el potencial de esta planta más allá del narcotráfico.
Olaya señala que este enfoque implica un proyecto político de implementación de la paz en Colombia, al que deben sumarse múltiples sectores del país. Reconoce que este camino no está exento de controversias ni de intereses encontrados, pero sostiene que lo fundamental es que las comunidades campesinas, los pueblos indígenas y afrodescendientes se muestren dispuestos a realizar el tránsito hacia la legalidad, siempre que cuenten con el acompañamiento adecuado del Estado. Para Olaya, romper con la estigmatización de la hoja de coca es crucial para avanzar hacia un modelo más inclusivo y equitativo que reconozca las capacidades productivas de estos territorios.
Gaseosa con hoja de coca
Según Olaya, en la práctica, este cambio ya está en marcha. Según la ministra, el gobierno está apoyando actualmente un proyecto en la Amazonía, en colaboración con el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), que busca desarrollar productos innovadores donde están creando aceite de hoja de coca, biofertilizantes y gaseosa con hoja de coca.
Sin embargo, estos proyectos no solo representan una forma de diversificación económica, sino que también abren un debate necesario sobre la regulación de los usos alternativos de la hoja de coca. Olaya resalta que, para ello, se han entablado diálogos con el Ministerio de Salud y el Comité Nacional de Estupefacientes, con el fin de establecer un mercado regulado para estos nuevos productos.
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Olaya señala que el desafío, entonces, no es menor: requiere la articulación de un diálogo nacional que no solo enfoque la transición de lo ilícito a lo lícito, sino que también reconozca y valore los conocimientos ancestrales de las comunidades que han cultivado la hoja de coca durante generaciones. Con una visión que busca integrar ciencia, saberes tradicionales y políticas públicas innovadoras, Olaya apunta a un futuro donde la hoja de coca pueda ser el motor de un cambio económico, social y cultural profundo, que beneficie a las comunidades que más han sufrido los efectos de la violencia y la estigmatización en Colombia.
