La ANI dejó en el aire la modernización del aeropuerto Gustavo Rojas Pinilla en San Andrés al declarar desierta la licitación para su renovación. La agencia informó que ninguna de las propuestas presentadas logró cumplir los requisitos establecidos, complicando la realización de un proyecto esperado por más de nueve años.
Según informaron, dos empresas alcanzaron la etapa final del proceso: Termotécnica Coindustrial, del Grupo Ethuss, y CSS Constructores, liderada por Carlos Solarte. Sin embargo, ambas fueron descalificadas. La primera quedó fuera al presentar una oferta económica superior a lo previsto, mientras que la segunda no entregó la garantía de seriedad de la oferta, requisito imprescindible en este tipo de contrataciones.
Este revés se suma a la salida previa de SP Ingenieros, la compañía que había diseñado el proyecto inicial. A pesar de haber liderado los estudios y propuestas para la nueva infraestructura, también abandonó el proceso, dejando un vacío técnico en la licitación.
¿Qué incluye la modernización?
El plan de modernización busca transformar por completo el aeropuerto, incorporando una nueva terminal de pasajeros de 13.500 metros cuadrados, áreas específicas para servicios médicos y el Servicio de Salvamento y Extinción de Incendios. También se proyecta una terminal de carga, mejoras en urbanismo frente a la terminal actual y la modernización de los sistemas de abordaje.
Con estas obras, el aeropuerto aspira a recibir hasta 2,8 millones de pasajeros anuales, superando los 2 millones alcanzados en 2023. Entre los cambios destacados están la ampliación de los counters, la renovación de las salas de abordaje y la actualización de los filtros de seguridad.
Además de modernizar la infraestructura, el proyecto se perfila como un dinamizador económico para la región. La ANI había estimado que generaría 8.719 empleos directos e indirectos durante su desarrollo. La concesión, de 30 años, incluía un período de preconstrucción de 1,5 años, 3 años para las obras principales y más de 25 años de operación y mantenimiento.
No obstante, el fracaso en la adjudicación del contrato obliga a replantear el futuro del proyecto, que desde su concepción en 2015 ha enfrentado retrasos significativos. La ANI deberá evaluar nuevas estrategias para retomar la iniciativa y garantizar que se cumpla con los estándares internacionales, así como con las necesidades de los viajeros que dependen de este aeropuerto como conexión vital con el resto del país.
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Mientras tanto, la isla de San Andrés continúa esperando que el principal puerto aéreo de la región pueda adaptarse a las crecientes demandas del tráfico aéreo y contribuir al desarrollo competitivo del archipiélago.
