Desde que Gustavo Petro asumió la presidencia, su esposa, Verónica Alcocer, ha desempeñado un papel activo y visible tanto en el ámbito nacional como internacional. Sin embargo, esta destacada participación no ha estado exenta de críticas, especialmente por el considerable gasto público asociado a su comitiva personal. Este equipo, que incluye desde asesores con rango de ministro hasta un maquillador profesional y su mejor amiga, ha generado un costo superior a los mil millones de pesos desde el inicio del actual gobierno.
La comitiva de Alcocer está compuesta por perfiles poco comunes en los equipos de primeras damas en Colombia. Entre ellos destaca Fady Flórez, estilista y maquillador personal, quien ha sido contratado a través del sistema de medios públicos RTVC. Con un contrato mensual que oscila entre los 10 y 30 millones de pesos, Flórez también recibe viáticos para acompañar a Alcocer en sus múltiples viajes dentro y fuera del país.
Carolina Plata, mejor amiga de la primera dama, también forma parte del equipo. Con un contrato de 20 millones de pesos al mes, Plata se encarga de tareas protocolarias y organizativas en las actividades de Alcocer. Esta colaboración no es nueva; Plata ya había trabajado en administraciones anteriores, pero su rol ha adquirido mayor protagonismo desde que Petro llegó al poder.
Otro miembro llamativo del equipo es Nerú Martínez, conocido por su trabajo como coreógrafo. Aunque inicialmente fue contratado para mejorar el ambiente laboral en la Casa de Nariño, sus funciones también han incluido acompañar a Alcocer en actividades personales.
Viajes y viáticos: ¿Acompañamiento oficial o gasto superfluo?
En lo que va del 2023, Fady Flórez ha realizado 14 viajes con recursos del Estado, 12 de ellos junto a Alcocer. Entre estos viajes se incluyen eventos internacionales de alto perfil como la coronación del rey Carlos III y una visita al Vaticano, actividades en las que, curiosamente, el presidente Gustavo Petro no estuvo presente.
La justificación oficial de estos desplazamientos radica en el “acompañamiento a la agenda presidencial”. No obstante, la ausencia de Petro en varios de estos eventos ha despertado dudas sobre la verdadera naturaleza de dichas actividades. A ello se suma el alto costo de los viáticos, que incrementa significativamente los gastos generales de la comitiva.
Comparaciones con anteriores primeras damas
El contraste entre Alcocer y sus predecesoras es evidente. Lina Moreno, esposa de Álvaro Uribe, optó por un perfil discreto y un equipo reducido, mientras que María Clemencia Rodríguez, esposa de Juan Manuel Santos, contó con un presupuesto más limitado para sus actividades. En ambos casos, los gastos relacionados con el rol de primera dama estuvieron lejos de alcanzar los montos actuales.
Este nivel de gasto plantea interrogantes sobre la coherencia del discurso de austeridad promovido por el presidente Petro. Mientras se insisten en recortes presupuestarios en otras áreas, los recursos destinados a la comitiva de Alcocer parecen contradecir dicha narrativa.
Es por esto que, los altos costos y la naturaleza de los contratos han generado una ola de críticas desde diversos sectores. Muchos consideran que la contratación de perfiles como maquilladores y estilistas a través de fondos públicos es innecesaria e incluso inapropiada. Además, se ha cuestionado la transparencia en el proceso de contratación y la justificación de los honorarios asignados.
Según analistas, el caso de Fady Flórez es particularmente controvertido. En el ámbito privado, los servicios de maquillaje profesional rara vez alcanzan los niveles salariales asignados en su contrato. Esto sugiere un uso poco eficiente de los recursos estatales y refuerza las críticas hacia la gestión de la primera dama.
El papel de Verónica Alcocer en la administración Petro
El papel de Verónica Alcocer en la administración Petro está marcado por un enfoque inédito que, aunque busca proyectar una imagen activa y cercana, también enfrenta señalamientos por su elevado costo para el erario. La falta de claridad en los contratos y la percepción de despilfarro han puesto en el centro del debate la gestión de recursos públicos destinados a la primera dama.
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En un país donde la austeridad es una promesa recurrente, el caso de Alcocer invita a reflexionar sobre la necesidad de establecer límites más estrictos en el uso de fondos estatales para funciones que, aunque simbólicas, no deben desbordar los principios de eficiencia y transparencia.