El 18 de agosto de 2020, la familia de Nicolás Ayala recibió una llamada devastadora; su hijo había sido secuestrado. En la comunicación, un hombre que se identificó como “Comandante Juaco” de las Águilas Negras exigió la suma de 120 millones de pesos por su liberación.
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Desesperado, Carlos Ayala, padre del joven, intentó negociar con los secuestradores, argumentando que no tenía esa cantidad de dinero. “No entiendo por qué secuestran a un hijo de un camionero, por qué eligieron a mi hijo si no tengo dinero”, relató el padre de la víctima a el Rastro.
Las pistas que llevaron a la verdad
El día de su desaparición, Nicolás había asistido a su trabajo como conductor de un motocarro. Horas después, su jefe recibió una llamada informando que el vehículo había sido encontrado abandonado cerca de una escuela en Lebrija, con los teléfonos de la víctima en su interior.
Las investigaciones revelaron que las llamadas extorsivas provenían de la zona del peaje de Lebrija. Las autoridades rastrearon los números telefónicos utilizados y lograron identificar a Ricardo Jaimes Garavito, un viejo conocido de la familia Ayala. Pronto descubrieron que también estaba involucrado su sobrino, Yesid Sanabria, amigo de la infancia de Nicolás.
Durante los días siguientes, Carlos Ayala reunió lo que pudo para pagar el rescate, pero solo logró conseguir 25 millones de pesos. En una de las llamadas, los secuestradores redujeron la exigencia a 80 millones, pero advirtieron que cualquier retraso podría costarle la vida a Nicolás.
Un video enviado por los criminales mostraba al joven angustiado, suplicando a su padre que hiciera lo posible para salvarlo. Las autoridades usaron esta grabación para determinar que Nicolás estaba retenido en una zona boscosa. Finalmente, el 15 de octubre de 2020, Ricardo Jaimes y Yesid Sanabria fueron capturados y confesaron su participación en el crimen.
“La idea era soltarlo”
En una entrevista posterior a su detención, Yesid Sanabria admitió que su tío le propuso el secuestro para obtener dinero. “La idea era secuestrarlo y pedir el rescate, luego soltarlo”, confesó. Sin embargo, Nicolás fue asesinado y su cuerpo fue hallado en una zona boscosa cerca de Lebrija, tras la confesión de Ricardo Jaimes.
El Juzgado Primero Penal del Circuito de Bucaramanga condenó a ambos a 28 años y 6 meses de prisión. Hoy cumplen su pena en la cárcel de Palogordo, en Santander.
El caso de Nicolás Ayala dejó una huella imborrable en la comunidad y un dolor inconsolable en su familia, que confió en alguien que terminó siendo su peor enemigo.