El reciente secuestro de 28 policías y un soldado en la vereda La Hacienda, en El Plateado, Cauca, ha dejado al descubierto el drama y la incertidumbre que vivieron los uniformados durante su cautiverio. Aunque se mantuvieron con vida y recibieron alimentación básica, los días que pasaron privados de la libertad estuvieron marcados por las amenazas constantes y la presión psicológica.
“Nos decían que si intentábamos escapar o exigir nuestra libertad, nos prenderían fuego delante de todos. Fue una situación aterradora”, narró uno de los policías liberados al llegar a Bucaramanga. Por seguridad, su identidad permanece reservada. El uniformado, visiblemente afectado, recordó que sus captores les quitaron los teléfonos móviles, las municiones e incluso destruyeron parte del equipo institucional, como los escudos, que fueron incendiados a modo de intimidación.
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El patrullero Jhon Manrique, otro de los secuestrados, confirmó que los guerrilleros del frente Carlos Patiño mantuvieron a los policías bajo estricta vigilancia, aunque no los mantuvieron encadenados o esposados. “El miedo era constante, porque ellos eran claros en sus amenazas”, aseguró.
Familiares atemorizados por el secuestro de los uniformados
Mientras los uniformados enfrentaban la incertidumbre en la zona rural de El Plateado, sus familias vivían un verdadero calvario. Sandra Milena Ramírez, familiar del subintendente Carlos Pita, expresó que la angustia fue indescriptible desde que supo de la situación. “Antes de que lo retuvieran, Carlos me llamó y solo me pidió oraciones. Eso me rompió el corazón”, recordó.
Javier Valenzuela también fue uno de los liberados. Su abuela compartió que la familia se aferró a la fe durante los días que duró la retención. “Nos unimos en cadenas de oración y nunca perdimos la esperanza. Fueron días muy duros”, expresó con emoción al recibirlo en el aeropuerto Palonegro de Bucaramanga.
El recibimiento de los policías fue emotivo. Compañeros de la institución, amigos y familiares organizaron una calle de honor con globos, pancartas y abrazos, para darles la bienvenida tras el difícil episodio.
Según el general Henry Yesid Bello, comandante de la Policía Metropolitana de Bucaramanga, siete de los policías retenidos habían sido enviados desde esa ciudad a reforzar la presencia institucional en El Plateado. La misión, que pretendía fortalecer la seguridad en la región, terminó en el violento secuestro.
Hasta ahora, el Gobierno y las autoridades no han descartado nuevas operaciones para garantizar la seguridad en la zona y evitar que se repitan episodios como este, que sigue despertando preocupación por la presencia de las disidencias armadas en el Cauca.