En el marco del encuentro ‘Acordando y haciendo: Avances del Proceso de Paz Territorial en Nariño’, el presidente Gustavo Petro volvió a abrir una ventana hacia su pasado en el M-19, revelando cómo era conocido dentro de la organización insurgente. En un discurso cargado de referencias literarias y simbolismo político, el mandatario hizo un paralelismo entre su vida, la historia reciente del país y el universo creado por Gabriel García Márquez en Cien años de soledad.
Petro relató que, en su época de militancia en las montañas del Tolima, su comandante Carlos Erazo lo llamaba “Gabriel”, en honor al Nobel colombiano. Sin embargo, entre la mayoría del movimiento lo conocían como “Aureliano”, un alias inspirado en uno de los personajes centrales de la novela. “Carlos se sorprendió al enterarse de que me decían Aureliano; también era de Gabriel”, comentó, en alusión al escritor y su influencia en el pensamiento político de esa generación.
Una vida entre la literatura, la política y las armas
Más allá de la anécdota, el presidente profundizó en las raíces del M-19, subrayando que este surgió como respuesta al fraude electoral de 1970, y como una confluencia de militantes urbanos, obreros y una escisión de las Farc. Resaltó que su propia célula dentro del grupo se llamaba “Compañía Jorge Eliécer Gaitán”, lo cual refleja dijo el espíritu gaitanista que marcó su visión política desde sus años de juventud.
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Petro también mencionó a Carlos Erazo, su antiguo comandante, quien tras la desmovilización enfrentó dificultades que lo llevaron a emigrar a Noruega. En su testimonio, el mandatario recordó cómo el M-19 resistió durante 16 años y afrontó incluso amenazas internas de parte de la misma guerrilla de las Farc, que llegó a considerar eliminar a líderes como Jaime Bateman y Carlos Pizarro.
Del Macondo literario al Macondo real
Como ya ha hecho en otras ocasiones, Petro tejió paralelos entre Cien años de soledad y la historia de Colombia, señalando que el país ha vivido sus propios “cien años de violencia, exclusión y olvido”. Con tono esperanzador, afirmó que ha llegado el momento del “año 101”, una etapa para romper el ciclo de dolor.
“El departamento de Nariño puede ser el inicio del fin de esa soledad”, declaró, haciendo un llamado a construir una nueva narrativa nacional basada en la paz, el amor y la unidad. Se refirió también a las mariposas amarillas de García Márquez como símbolos de cambio: “Representan la revolución y la esperanza, la victoria popular que está por venir”.
Cerró su intervención convocando a la ciudadanía a participar activamente en la vida democrática del país. “La consulta popular es una fiesta de la democracia y la libertad. Son las multitudes las que pueden acabar con la soledad de las estirpes condenadas”, concluyó, dejando en el aire la figura del “último Aureliano” como puente entre la memoria del conflicto y la posibilidad de reconciliación.
