La noche del 9 de abril, el Parque de los Hippies en Bogotá se llenó de velas, rostros conmovidos y consignas de resistencia. Decenas de personas se reunieron en una velatón convocada por la comunidad LGBTIQ+ para honrar la memoria de Sara Millerey, una mujer trans brutalmente asesinada en Bello, Antioquia.
La jornada no solo buscó recordar a Sara, sino también levantar la voz frente a la violencia que viven las personas trans en Colombia. En un país donde los crímenes por prejuicio aún son una dolorosa realidad, la ciudadanía transformó el espacio público en un acto de dignidad, memoria y denuncia.
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Sara Millerey, víctima de un odio sistemático
El asesinato de Sara Millerey González Borja, una mujer trans de 32 años, estremeció a Antioquia y al país entero por su brutalidad. La atacaron en Bello, le fracturaron las piernas y la arrojaron con vida a una quebrada. Aun herida, logró aferrarse a unas ramas y pedir auxilio. Dos personas que escucharon sus gritos la rescataron del agua, lo que permitió su traslado a un hospital en Medellín. Pero las lesiones eran demasiado graves y, pese al esfuerzo médico, murió días después.
Lo que vivió Sara no fue un hecho aislado. En menos de dos semanas, Antioquia ha registrado tres asesinatos violentos contra personas LGBTIQ+, un patrón que alarma a organizaciones de derechos humanos. A la falta de justicia se suma la impunidad persistente: las denuncias no prosperan y los responsables rara vez enfrentan consecuencias.
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Un llamado colectivo contra la transfobia durante la velatón en Bogotá por Sara
Organizaciones sociales, colectivos LGBTIQ+ y ciudadanos en general respondieron al llamado de la Subdirección para Asuntos LGBTIQ+ de Bogotá y la Secretaría Distrital de Integración Social. Juntos alzaron una voz colectiva para exigir justicia por el crimen de Sara y para denunciar la persistencia de discursos de odio que siguen costando vidas.
Durante la actividad, se leyó un manifiesto que exigió acciones urgentes frente a la transfobia estructural. “Su muerte nos duele como sociedad. ¡Exigimos justicia y garantías para todas las personas trans!”, expresaron los organizadores en un mensaje que fue compartido también en redes sociales.
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La memoria como forma de resistencia
Con velas encendidas, pancartas y palabras de solidaridad, los asistentes rindieron homenaje a Sara. El acto se convirtió en una poderosa expresión de resistencia. Para muchos, el homenaje sirvió como una afirmación política de que las vidas trans importan y deben ser protegidas. Cada vela, cada palabra y cada abrazo lanzado al aire se convirtió en un acto de memoria y exigencia.
Sandra González, madre de Sara Millerey, rompió el silencio en medio del duelo y la indignación. Con voz entrecortada, aseguró que su hija fue asesinada por ser una mujer trans. “La asesinaron vilmente por ser como era. Ella era feliz, extrovertida, no le hacía daño a nadie. Me la quitaron y me dejaron destrozada”, declaró tras el sepelio.
Las entidades distritales reiteraron su compromiso con la vida y los derechos de las personas trans. En su intervención, representantes de la Subdirección LGBTIQ+ advirtieron que la muerte de Sara no puede ser un caso más archivado.