Polémica han causado las recientes revelaciones que evidenciarían la vida de lujo de alias Pipe Tuluá en la cárcel. Aunque está tras las rejas, su estilo de vida parecía más el de un huésped exclusivo que el de un confeso criminal. Andrés Felipe Marín, uno de los hombres más temidos del Valle y líder de la estructura criminal La Inmaculada, fue sorprendido hace unos días en medio de un operativo que terminó con su traslado. Marín iba a ser extraditado a Estados Unidos y, al parecer, se había detectado un plan de fuga en marcha.
Pero lo que más generó indignación no fue su salida, sino las imágenes que habrían dejado al descubierto los privilegios con los que contaba en La Picota, en el pabellón de máxima seguridad.
Un baño privado con ducha eléctrica, televisor de pantalla gigante, minibar, aromáticas, aceite de oliva, vitaminas y hasta un colchón de plumas, eran parte del inventario de comodidades que tenía Pipe Tuluá en su celda. El espacio estaba acondicionado con repisas flotantes, láminas decorativas y loza propia para atender visitas. Un estilo de vida completamente ajeno al hacinamiento que viven otros internos.
La revelaciones fueron publicadas por ‘Semana’, que accedió a imágenes exclusivas del lugar. Según su reporte, el cabecilla recibía visitas, tenía refrigerios y decoración personalizada. Hasta contaba con estante para lociones y sistema de calefacción.
Al parecer, la situación no es nueva, ya había ocurrido algo similar en la cárcel de Picaleña. Tras ser revelado por el mismo medio, fue trasladado a La Picota con la promesa de acabar con esos beneficios.
Pipe Tuluá: extradición y posible plan de fuga
El medio señaló que el pasado 4 de junio, fue sacado de su “suite” y llevado a los calabozos de la Dijín en Bogotá, según informaron fuentes de la Policía y la Fiscalía. Además del proceso de extradición, las autoridades habrían detectado un plan de fuga liderado por su estructura criminal. Este plan ya habría reunido más de 800 millones de pesos en sobornos y logística.
El impacto de su traslado se sintió en Tuluá, pues la violencia se intensificó y las autoridades decretaron toque de queda para frenar los actos delictivos. Según investigaciones, estos hechos estarían directamente relacionados con la reacción de la banda tras la caída de su jefe.