Mientras Colombia registra su nivel más bajo de nacimientos en una década, el debate sobre los costos de criar un hijo cobra fuerza. Según estimaciones de la Universidad EAN, criar a un niño hasta su mayoría de edad puede costar entre $1.700 y $2.200 millones, lo que ha llevado a muchas familias a repensar su deseo de tener hijos.
El dato no sorprende si se consideran los gastos acumulativos en educación, salud, alimentación, vivienda y transporte. En promedio, este cálculo representa entre 1.200 y 1.600 salarios mínimos actuales (cada uno de $1,4 millones), y varía según el estrato socioeconómico, el tipo de familia y la ciudad de residencia.
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Uno de los rubros más costosos es la educación. De acuerdo con expertos, los colegios de calendario B lideran el ranking de costos, con pensiones que oscilan entre $2,5 y $5 millones mensuales. A esto se suman gastos de transporte, uniformes y alimentación, incluso en instituciones públicas.
La salud representa una gran carga y gasto actualmente
La salud también representa una carga; un plan de medicina prepagada básico puede alcanzar los $250.000 mensuales, sin contar con tratamientos no cubiertos por el sistema obligatorio. En cuanto a alimentación, el Dane calcula que una persona necesita al menos $435.000 al mes para cubrir sus necesidades básicas.
Además, la composición familiar influye en los costos. Familias con presencia de abuelos o con estructuras más complejas tienden a tener mayores gastos asociados, como lo advierte el informe de la EAN.
El impacto de esta realidad se ve reflejado en los indicadores. En 2024, Colombia registró apenas 445.011 nacimientos, un descenso del 13,7% frente al año anterior y una caída del 33% en la última década. Regiones como Vichada, Sucre y Magdalena lideran la reducción en nacimientos.
Este fenómeno responde a factores estructurales. Según Piedad Urdinola, directora del Dane, el retraso en la edad promedio para tener el primer hijo, hoy de 24 años, evidencia cambios en los patrones sociales y el acceso a métodos anticonceptivos. Pero también refleja un país donde la maternidad y la paternidad se perciben cada vez más como un lujo y no como una decisión natural de vida.
