Este lunes 7 de julio marca un hito en la historia de la lengua española en Colombia. Mary Grueso Romero, escritora, maestra, poeta y narradora oral afrocolombiana, será oficialmente nombrada miembro de la Academia Colombiana de la Lengua. A sus 78 años, se convierte en la primera mujer afro en formar parte de esta institución fundada en 1871. Su ingreso no solo es un reconocimiento personal. Representa también una apertura histórica para incluir las voces del Pacífico, de la memoria oral y del español que nace en la diversidad.
Desde sus inicios como docente, Mary Grueso usó la literatura como un puente para enseñar. Descubrió que sus estudiantes no se veían representados en los cuentos que leía el Ministerio de Educación. Entonces escribió sus propios relatos. En ellos, los protagonistas tenían el color de piel de sus alumnos y las palabras del territorio. Así, la literatura se convirtió en herramienta de resistencia y afirmación.
Su ingreso marca un hito para la representación afro
La poesía también fue su refugio, pues empezó a escribirla tras perder a su esposo por un cáncer de páncreas. “Me levantaba y empezaba a dar vueltas por toda la casa. Así empecé a escribir poesía”, recuerda. Durante años, todos sus poemas hablaron de él. El dolor la hizo escribir. Luego, escribir la hizo sanar. Transformó el duelo en arte y comenzó a hablar de su gente, de su barrio, de su infancia. De todo lo que el mundo necesitaba escuchar.
Además, canta, puesto que una vez, en plena conversación, improvisó jitanjáforas: versos sin significado literal, pero cargados de ritmo y musicalidad. “Eso también es español”, dijo entre risas. Y es que su ingreso a la Academia busca precisamente eso: visibilizar y dignificar las formas dialectales afro. Palabras que han sido relegadas, desechadas o tachadas de incorrectas, pero que también hacen parte de la lengua viva. “Navidá”, por ejemplo, no es un error. Es un modo distinto de nombrar la misma fiesta.
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Este nombramiento es colectivo. Lo es para las mujeres, para los territorios olvidados, para quienes han sido históricamente excluidos de las decisiones sobre la lengua. Mary sabe que entrará a observar primero. Pero también sabe que lleva consigo un arsenal de costumbres, creencias y palabras que la lengua oficial aún no reconoce. “No es un español arcaico. Es un español que se ha perdido por el desuso y el desconocimiento”, afirma.