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Este era Miguel Uribe, el precandidato del uribismo asesinado 

Miguel Uribe era senador y precandidato presidencial. También era abogado y papá. Este es el perfil del político del uribismo asesinado.

Miguel Uribe Turbay nació en Bogotá hace 39 años. Fue abogado con maestría en políticas públicas de Los Andes y otra en administración pública de Harvard. Es nieto del expresidente Julio César Turbay e hijo de la periodista Diana Turbay, asesinada en 1991 cuando él solo tenía cuatro años. Empezó en la política siendo un adolescente hasta convertirse en senador y precandidato del Centro Democrático. Pero su vida se apagó. 

Uribe Turbay falleció este 11 de agosto en la Clínica Santa Fe. Estuvo dos meses en estado crítico tras el atentado a disparos que sufrió en plena campaña a cielo abierto en un parque de Fontibón, localidad de Bogotá. Era fiel seguidor del expresidente Álvaro Uribe, su mentor y jefe político. Buscaba ser el candidato oficial de su partido para la Presidencia en 2026 bajo las banderas de seguridad y economía. 

Inició su carrera política en 2012 como concejal de Bogotá por el Partido Liberal. En ese entonces, Gustavo Petro era alcalde de esa ciudad y Uribe Turbay se consolidó como una de las mayores voces opositoras del mandatario. Esa voz la sostuvo hasta el Congreso, a donde llegó cuando Petro se convirtió en presidente. Con la promesa de frenar la reelección de la izquierda, Uribe Turbay tenía el sueño de ser presidente; sueño que no pudo cumplir.

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El perfil de Miguel Uribe

Miguel Uribe inició su carrera política como concejal de Bogotá en 2012 por el Partido Liberal. Dos años después se convirtió en el presidente del cabildo. Luego, en 2015, hizo parte de la campaña de Rafael Pardo a la Alcaldía de Bogotá y, finalmente, se convirtió en el Secretario de Gobierno de Enrique Peñalosa. 

En 2019 se postuló como candidato a la Alcaldía de Bogotá, pero solo logró 426.982 votos, quedando de cuarto lugar. En campaña conoció a su esposa María Claudia Tarazona, diez años mayor y con tres hijas. Se convirtió en la madre de su hijo Alejandro, quien a sus cuatro años perdió a su padre. Finalmente, aterrizó al Centro Democrático como cabeza de lista al Senado y ganó con 223.167 votos, la votación más alta en una lista abierta. 

Desde el Congreso se convirtió en una de las voces opositoras más críticas del gobierno Petro, a quien siempre tildó de ser “mal administrador”. Uribe Turbay se opuso a varias iniciativas clave del gobierno, como la reforma a la salud, la laboral y la pensional. Celebró la derrota de la consulta popular para la reforma laboral a la que calificó de ser una “cortina de humo”. También se opuso a las reformas tributarias y al Presupuesto General de la Nación (PGN) propuesto para 2025. 

Entre otros aspectos, también criticaba el gasto burocrático del gobierno, pues siempre fue defensor de la austeridad y de convertir al Estado más pequeño. Sin embargo, sus principales críticas eran dirigidas hacia el manejo de la seguridad y la política de Paz Total del presidente Petro. Como fiel crítico de los Acuerdos de Paz con las extintas Farc, también criticaba las mesas de negociación con grupos armados ilegales. 

Finalmente, se convirtió en uno de los cinco precandidatos presidenciales del uribismo para 2026. Era uno de los precandidatos más jóvenes tanto de la derecha, como de la izquierda y del centro. 

La Presidencia: el sueño que no fue

Tal como reporta este perfil que La Silla Vacía le hizo a Miguel Uribe, su verdadero sueño siempre fue ser alcalde de Bogotá. Aunque se postuló una vez, no lo logró, pero vivía con ese deseo en la mente. Pero en solo unos años, ya no solo fue la Alcaldía, sino la Presidencia. Soñaba con llegar a la Casa de Nariño, implementar una política austera del Estado y “mano dura” en seguridad con inversión social. 

Uribe Turbay llevaba una precampaña presidencial por los cielos. Hasta abril, Uribe había gastado 100 millones de pesos mensuales en publicidad en Meta y eventos públicos. Se destacaba por hacer eventos en grande, que llegaron a superar las 4 mil y 7 mil personas. “Yo no me creo, quiero ser presidente, y quiero ser presidente porque me duele lo que está pasando. Y precisamente porque aprendí a no ser indiferente”, dijo Uribe Turbay a Noticias Caracol. 

Estos millonarios gastos, sumados a su recién aterrizaje al Centro Democrático, creó tensiones al interior del partido. Los precandidatos Andrés Guerra, Paola Holguín, Paloma Valencia y María Fernanda Cabal no veían con buenos ojos su precandidatura. De hecho, estas dos últimos fueron unas de las principales críticas de su colega y compañero. “La plata se respeta”, dijo Cabal. Las tensiones escalaron tanto, que el pasado 12 de abril los cuatro se reunieron sin él. 

En redes sociales rondó una foto de los cuatro precandidatos reunidos sin él y luego Miguel Uribe respondió. Les digo a Andrés, a Paola, a Paloma, a María Fernanda: ustedes cuentan conmigo y yo cuento con ustedes. Somos un equipo. Vamos a unir al partido”, señaló. A pesar de las tensiones, Uribe seguía soñando con ser el ungido del expresidente Álvaro Uribe, aunque finalmente el Centro Democrático su candidato se decidiría a través de una consulta. 

Uribe se convirtió en el favorito de las encuestas y subió como espuma tras el atentado del pasado 7 de junio que terminó apagando su vida. Según una encuesta de Guarumo, del pasado 5 de julio, Uribe Turbay se posicionó con una intención de voto del 13,7%, por encima de otros precandidatos de derecha como Vicky Dávila (11,5%) y Germán Vargas Lleras (2,9%). 

El magnicidio de Uribe Turbay y el golpe para el uribismo al 2026

A Uribe Turbay lo asesinaron. El pasado 7 de agosto, recibió dos impactos de bala en una pierna y en la cabeza. Estaba en un parque del barrio Modelia en la localidad de Fontibón, Bogotá, haciendo campaña. Presentaba sus propuestas alrededor de la salud mental y del porte de armas, el cual defendía. Su sicario fue un menor de 15 años y hasta la fecha van seis responsables capturados. 

Miguel Uribe permaneció internado por dos meses en la Clínica Santa Fe. Tuvo varias intervenciones quirúrgicas en su cerebro y aunque su esposa y familia señaló que estaba en su fase de “despertar” y que podría empezar terapia, el pasado 9 de agosto volvió a una “condición crítica” tras hemorragia cerebral. Finalmente, en la madrugada del 11 de agosto falleció. La Fiscalía calificó el asesinato como un magnicidio. 

La muerte de Miguel Uribe dejó un caso más para la historia del país, marcada por la violencia política. Pero también un vacío en el Centro Democrático, que además atraviesa una situación tensa por la reciente condena de su jefe político, el expresidente Uribe, por manipulación de testigos. Uribe era su mejor carta, según las encuestas, y ahora no está. Mientras tanto, su cuerpo permanecerá en cámara ardiente en el Congreso por tres días y luego, la derecha discutirá una estrategia para llegar al 2026 fuerte y unida.

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