La muerte de Miguel Uribe Turbay, ocurrida a los 39 años, conmueve al país no solo por la pérdida de un político con futuro, sino por la dolorosa coincidencia con la historia de su madre, Diana Turbay.
Diana Turbay, periodista y figura emblemática, fue secuestrada y asesinada en 1991, cuando Miguel apenas tenía cuatro años y medio. Ahora, tras semanas de agonía en la Fundación Santa Fe, su hijo fallece dejando atrás a un niño pequeño, Alejandro, casi de la misma edad que él tenía cuando perdió a su madre.
Esta repetición trágica reaviva un ciclo de dolor que marcó la vida de Miguel desde su infancia. En entrevistas previas, el senador y precandidato a la presidencia habló abiertamente sobre el vacío que dejó la muerte de su mamá. Explicó cómo esa pérdida temprana influyó en su vida y en su forma de ser padre.
Miguel siempre tuvo claro que quería ofrecer a Alejandro lo que él nunca tuvo: una infancia llena de amor y cuidado. Recordaba con emoción cómo disfrutaba estar con su hijo, cómo cambiar pañales se convirtió en un acto de ternura y conexión profunda. Ese lazo, dijo, le hacía imaginar lo que su madre habría sentido durante su secuestro, la angustia de no volver a verlo.
La memoria de Diana Turbay y el perdón como fuerza
Diana Turbay, hija del expresidente Julio César Turbay, no solo fue víctima de la violencia sino también una mujer comprometida con la paz. Como periodista, buscaba tender puentes entre guerrilleros y el Estado durante el proceso de desmovilización del M-19.
Su secuestro a manos de Los Extraditables y su trágico fallecimiento en un operativo fallido dejaron una marca imborrable en su familia y en la historia del país. Miguel narró en varias ocasiones cómo vivió esa experiencia, con rabia primero y luego con un proceso de perdón hacia quienes le arrebataron a su madre.
Su esposa, María Claudia Tarazona, ha compartido en redes sociales mensajes llenos de amor y tristeza tras la pérdida de Miguel. En un mensaje conmovedor, expresó que él siempre será “el amor de su vida” y que espera poder reencontrarse con él tras cumplir la promesa hecha a sus hijos.
La muerte de Miguel Uribe Turbay abre un nuevo capítulo de incertidumbre política, pero sobre todo un profundo luto familiar y nacional. Su hijo Alejandro ahora crece sin padre, en una historia que parece repetirse trágicamente.
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Su hermana, María Carolina Hoyos, ha comentado cómo vivió con un sentimiento de déjà vu esta tragedia. Relató cómo corrió a la clínica cuando su madre fue herida, y cómo ver a su hermano en circunstancias similares le rompió el alma. Resaltó además la semejanza física entre Miguel y su hijo, casi un reflejo de aquella historia marcada por la pérdida.
En un país donde tantas familias enfrentan heridas abiertas por la violencia, el fallecimiento de Miguel Uribe Turbay se siente como un eco doloroso de una época que se niega a quedar en el pasado.
