Bogotá amaneció este lunes con la noticia que nadie quería recibir: la muerte del senador del Centro Democrático y precandidato presidencial, Miguel Uribe Turbay. El político, de 39 años, falleció en la madrugada del 11 de agosto de 2025 en la Fundación Santa Fe, donde permanecía internado desde el pasado 7 de junio, día en que fue víctima de un atentado en el barrio Modelia, occidente de la ciudad.
La reacción del alcalde Carlos Fernando Galán no se hizo esperar. A través de sus redes sociales, expresó su profundo dolor y anunció que la ciudad vivirá tres días de duelo oficial. “Bogotá se une para honrar la vida de Miguel Uribe. Como ciudadano, concejal y secretario de Gobierno, le sirvió a la ciudad y trabajó por una Bogotá mejor. Que sea tiempo de reflexión y unidad, por Miguel y por el país”, afirmó el mandatario distrital.
Conmoción nacional por la muerte de Miguel Uribe
El crimen ha generado conmoción nacional y ha reabierto el debate sobre la seguridad de los líderes políticos en Colombia. Según las investigaciones preliminares, el ataque habría sido perpetrado por una red en la que confluyen estructuras del crimen organizado y disidencias de las Farc conocidas como la ‘Segunda Marquetalia’. Por ahora, las autoridades mantienen abiertas varias líneas de investigación.
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Hasta el momento, seis personas han sido detenidas por su presunta participación en el atentado. Entre ellas está alias ‘Tianz’, señalado de disparar contra Uribe con una pistola Glock 9 mm, y quien confesó haber recibido $20 millones por el ataque sin conocer la identidad de la víctima. También fue capturada Katherine Andrea Martínez, alias ‘Gabriela’, de 19 años, acusada de coordinar parte de la logística del crimen. Su defensa aseguró que colaborará con la Fiscalía a cambio de beneficios judiciales.
Analistas políticos coinciden en que Miguel Uribe Turbay tenía una proyección sólida hacia la Presidencia de la República y que su asesinato representa no solo una pérdida para sus allegados y seguidores, sino un golpe profundo a la democracia colombiana. “Su muerte debe marcar un punto de quiebre: no podemos seguir aceptando que la violencia defina el rumbo político del país”, concluyó el alcalde Galán.