Colombia vive este 13 de agosto de 2025 una jornada marcada por el luto y la memoria. En la Catedral Primada de Bogotá, familiares, amigos, colegas y figuras políticas despiden al senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, quien falleció el 11 de agosto tras una hemorragia cerebral, consecuencia de un atentado ocurrido dos meses antes. El féretro, que permaneció en el Capitolio Nacional para honores oficiales, será trasladado a la ceremonia religiosa donde se espera una multitud.
El adiós a Uribe Turbay coincide con la conmemoración de los 26 años del asesinato de Jaime Garzón, humorista, periodista y defensor de derechos humanos, ultimado el 13 de agosto de 1999. La coincidencia de fechas revive en la memoria colectiva el dolor por dos figuras que, desde escenarios distintos, marcaron la vida política y social del país, y cuyos asesinatos exponen la persistencia de la violencia contra voces influyentes.
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Una trayectoria marcada por la tragedia y el servicio público
Miguel Uribe Turbay creció con la sombra del conflicto armado en su vida personal. Tenía cuatro años cuando perdió a su madre, la periodista Diana Turbay, asesinada en 1991 durante un operativo militar mientras permanecía secuestrada por orden de Pablo Escobar. Criado junto a su hermana mayor por su familia materna, Uribe heredó un legado político que venía de su abuelo, el expresidente Julio César Turbay.
Convertido en abogado y más tarde en figura política, Uribe se destacó por su enfoque en la seguridad ciudadana y la lucha contra el narcotráfico. Desde el Senado impulsó proyectos para fortalecer la justicia y combatir economías ilegales. Su carrera lo llevó a perfilarse como precandidato presidencial, defendiendo un discurso de firmeza contra el crimen organizado, hasta que un ataque armado se interpuso en sus aspiraciones y su vida.
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El eco de Jaime Garzón y el recordatorio de un país en deuda con la paz
Mientras Colombia llora la partida de Uribe Turbay, las calles y los medios evocan a Jaime Garzón, asesinado en circunstancias que aún hoy generan indignación. Garzón usó la sátira para desnudar la corrupción y los abusos de poder, y se convirtió en un referente irreverente pero profundamente comprometido con la paz y los derechos humanos. Su asesinato, nunca esclarecido del todo, sigue siendo un símbolo de impunidad.
Con información de Semana, la coincidencia de estas dos fechas no pasa desapercibida. Para muchos, es un recordatorio de que, a pesar de los avances y acuerdos, el país continúa perdiendo vidas valiosas a manos de la violencia política. Tanto Garzón como Uribe Turbay, desde trincheras distintas, apostaron por un país más justo.