Mariana Morales, de 27 años, sorprendió al convertirse en la representante de Bogotá en el reality Miss Universe Colombia, transmitido por RCN. Psicóloga, modelo, actriz y activista LGBT+, asume una posición histórica como la primera mujer transgénero en alcanzar este nivel dentro del certamen. Su sola presencia ya genera conversación, pues la audiencia colombiana empieza a confrontar viejos prejuicios mientras el formato, más inclusivo, se aleja del modelo tradicional de reinado.
Mariana describe su personalidad como extrovertida, empática y resiliente. Se presenta como una mujer real que no se define únicamente por su cuerpo, sino por su fuerza y autenticidad.
Más allá del glamour un proyecto social con impacto real
Su participación va más allá de las pasarelas. Trabaja con una fundación que atiende niñas sin hogar víctimas de abuso sexual, ayudándolas a gestionar sus emociones y reconocer su cuerpo con dignidad. Morales considera que solo estar en el reality ya es un proyecto político, porque visibiliza a quienes han sido silenciadas por su identidad y desafía estructuras sociales excluyentes.
Aunque cree que Colombia todavía no está lista para tener una mujer trans en Miss Universo, está decidida a cambiar percepciones y demostrar que las mujeres trans son tan reales, naturales y empoderadas como cualquier otra mujer.
Controversia redes y una voz que no se calla
Las críticas en redes sociales no se hicieron esperar, pero Mariana las entiende como reacciones a lo desconocido. Confía en que, al conocerse mejor a las candidatas, esas posturas se suavizarán. Su presencia obliga al público a mirar a la mujer, no a su identidad.
Inspirada en Ángela Ponce la primera trans en competir en Miss Universo en 2018. “Yo no necesito quedarme en Miss Universo, yo solo necesito estar ahí”, señalo Morales en dialogo con Infobae, dejando claro que para ella la visibilidad ya es una victoria.
Representar a Bogotá diversidad sin etiquetas
Para Mariana, representar a Bogotá significa llevar la esencia multicultural y abierta de la capital, una ciudad que acoge diferencias. Ser una mujer trans al frente de esa representación no la limita, sino que engrandece la imagen de una urbe plural.
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La convivencia dentro del reality también ha fluido de manera natural. Sus compañeras la aceptaron desde el primer día y la etiqueta de “trans” pasó a un segundo plano. Reconoce que no vive su identidad anunciándola a cada paso y espera que ese mismo respeto se vea reflejado en pantalla.
