El proceso de retorno de la comunidad Emberá a sus territorios de origen concluyó este jueves, tras una operación que se extendió por cuatro días. En total, 1.468 personas regresaron a los resguardos de Pueblo Rico, en Risaralda, y Bagadó, en Chocó. La salida se realizó de manera escalonada desde distintos puntos de Bogotá, incluyendo el Parque Nacional y los albergues distritales de La Rioja y La Florida.
La Secretaría de Integración Social y otras entidades del Distrito coordinaron la logística para garantizar un traslado seguro y con condiciones mínimas de dignidad. Este esfuerzo se tradujo en transporte adecuado, acompañamiento institucional y medidas especiales para salvaguardar los derechos de niñas, niños y adolescentes, quienes representaban una parte significativa de la población movilizada.
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Apoyos económicos y retos de sostenibilidad
Además del retorno físico, las autoridades aseguraron un respaldo económico para los hogares Emberá. Entre el 9 y el 11 de septiembre, 356 familias recibieron transferencias monetarias en el Banco Agrario de Pueblo Rico. Solo el día 11 se entregaron 216 pagos, lo que correspondió al 48 % de los beneficiarios previstos. El Distrito informó que en los días siguientes se completarían los giros restantes, con el fin de garantizar que ninguna familia quedara por fuera del apoyo.
El objetivo de estas transferencias es facilitar la reintegración en los territorios y evitar que las comunidades enfrenten nuevamente situaciones de precariedad que las obliguen a desplazarse. Con estos recursos se busca fortalecer la seguridad alimentaria, generar estabilidad económica y promover el ejercicio pleno de derechos en sus lugares de origen. Sin embargo, las autoridades reconocen que la sostenibilidad del proceso dependerá de un acompañamiento continuo por parte del Gobierno Nacional.
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Los miembros de la comunidad Emberá que decidieron quedarse en Bogotá
No todos los indígenas optaron por regresar. Cerca de 200 personas, lideradas por un grupo que ha expresado su arraigo a la ciudad, decidieron permanecer en Bogotá. Algunos manifestaron temor de volver a sus territorios por las condiciones de pobreza y violencia que aún enfrentan en el Chocó y Risaralda. Esta decisión mantiene un reto para el Distrito, que deberá diseñar rutas de integración local con enfoque diferencial para garantizar los derechos de quienes eligieron quedarse.
El proceso no estuvo exento de tensiones. Durante la etapa final del traslado se presentaron enfrentamientos en el Parque Nacional que dejaron tres funcionarios lesionados. Las autoridades locales señalaron que un líder de los indígenas que permanecen en la capital habría intentado presionar a la Alcaldía para frenar la salida. Pese a estas dificultades, la Consejería de Víctimas confirmó que Bogotá ya adelanta planes específicos para acompañar a los embera que continuarán en la ciudad, con programas de inclusión social y laboral.