En el Caribe colombiano, frente a las costas de Santa Marta, dos delfines llamados Blue y Martín han captado la atención de expertos y visitantes del Centro de Vida Marina. Aunque son parte del programa de conservación A Mar Abierto, su conducta ha ido más allá de lo previsto. De manera espontánea, ambos animales comenzaron a recoger botellas, cuerdas y otros plásticos flotando en el agua para entregárselos a sus cuidadores.
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Según explica Ángela Dávila, directora de Bienestar Animal del Centro de Vida Marina, esta conducta no fue inducida por entrenamiento directo. “Ellos nos han visto recoger basura del agua y han aprendido por observación. Cuando salimos a mar abierto, nos traen lo que identifican como ajeno a su entorno”, comentó. Para los especialistas, esta práctica refleja la capacidad de aprendizaje de los delfines y su conexión con el ambiente.
Un comportamiento emergente que inspira
Blue y Martín forman parte de un proyecto pionero en Colombia que busca fortalecer los instintos naturales de los delfines bajo cuidado humano. A Mar Abierto les permite realizar recorridos por arrecifes, ejercitar técnicas de caza y mantener contacto directo con el mar. En este contexto, el hábito de recoger basura se ha convertido en un “comportamiento emergente”: una acción nacida de la interacción entre animales, entrenadores y medio ambiente.
La enseñanza que dejan estos delfines trasciende lo anecdótico. Según datos de Naciones Unidas, más de 11 millones de toneladas de plástico llegan cada año a los océanos, amenazando a más de 800 especies marinas. El gesto de Blue y Martín, aunque simbólico, conecta con este problema global y envía un recordatorio contundente: la conservación del mar comienza con acciones sencillas, como no arrojar residuos al agua.