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15 años después, Robert Irwin alimenta al mismo cocodrilo que su padre Steve

El mismo reptil que Steve Irwin alimentó en una fotografía tomada en 2001

Robert Irwin, hijo del icónico “Cazador de Cocodrilos”, recrea un momento exacto que su padre, Steve Irwin, vivió hace más de una década. Ambos, con 15 años de diferencia, alimentan al mismo cocodrilo. El paralelismo no solo emociona, si no que confirma que el legado de Steve no ha sido olvidado.

La imagen muestra a Robert Irwin, de 20 años, en una postura idéntica a la de su padre, esta frente a Murray, un imponente cocodrilo del zoológico de Australia. El mismo reptil que Steve Irwin alimentó en una fotografía tomada en 2001. La coincidencia representa una conexión profunda entre generaciones, además de que ambos visten uniformes similares, sostienen el alimento de la misma manera y muestran idéntica determinación.

Un homenaje que va más allá de la nostalgia

Cabe decir que Robert no pretende imitar a su padre, puesto que lo que hace es honrar su memoria a través del trabajo diario con los animales que ambos amaron. “Es como si él estuviera aquí conmigo”, comentó Robert en una entrevista reciente.

Steve Irwin falleció trágicamente en 2006, dejando un vacío inmenso en la conservación animal. Sin embargo, su espíritu sigue presente pues no solo en el recuerdo, también en la práctica cotidiana de su hijo, quien ha crecido rodeado por las mismas especies que su padre protegió.

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El “Cazador de Cocodrilos”, Steve Irwin fue más que una celebridad televisiva, pues su mensaje de amor por la naturaleza, de respeto por cada especie. A casi dos décadas de su partida, ese mensaje resuena con fuerza renovada gracias a Robert. El joven conservacionista se ha convertido en un referente por derecho propio, por que participa activamente en el cuidado del zoológico que su familia fundó. También educa a nuevas generaciones a través de programas, redes sociales y charlas.

La imagen no es solo una foto conmovedora, si no que es una cápsula de tiempo que conecta pasado y presente. Una prueba de que el amor por la vida silvestre no muere. Robert, al pie del mismo estanque, con el mismo cocodrilo, nos recuerda que hay legados que no se rompen.

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