Este lunes 20 de enero, Donald Trump se juramentó como presidente de Estados Unidos con una mano sobre una Biblia, en una ceremonia celebrada bajo la cúpula del Capitolio. Desde este simbólico lugar, Trump prometió una era de cambios profundos y medidas contundentes para restaurar la grandeza del país.
En su primer discurso como mandatario, Trump declaró que “la época dorada de Estados Unidos comienza ahora”. Subrayó que su prioridad será garantizar un país más seguro, justo y próspero.
“La seguridad será restaurada, la justicia será restaurada. Nuestra nación será más fuerte y excepcional como nunca antes”, afirmó Trump.
El presidente destacó que una de sus primeras medidas será reforzar las fronteras para detener lo que denominó como una “invasión migratoria”. Además, aseguró que impulsará la producción petrolera nacional como una estrategia clave para fortalecer la economía y reducir la dependencia energética.
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Una postura contundente contra las ideologías de izquierda
administraciones previas, acusándolas de priorizar los intereses de otros países sobre los de los ciudadanos estadounidenses. “Se le dio santuario a personas que escapaban de institutos mentales y cruzaban ilegalmente nuestras fronteras. Mientras tanto, nuestro gobierno financiaba la defensa de otras naciones, pero abandonaba la seguridad de su propia gente”, señaló con firmeza.
El presidente prometió actuar con rapidez y determinación para eliminar lo que considera políticas perjudiciales promovidas por ideologías de izquierda.
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Nueva Presidencia y El fin del declive de Estados Unidos
Trump cerró su intervención con un mensaje cargado de optimismo y determinación: “A partir de este momento, el declive de Estados Unidos ha terminado”. En su visión, esta nueva era traerá cambios que impactarán a todos los sectores de la sociedad, devolviendo a la nación el respeto y la prosperidad que, según él, se habían perdido en años recientes.
Con un discurso centrado en la seguridad, la economía y la defensa de los valores tradicionales, Trump delineó las bases de un mandato que promete ser tan controversial como transformador. La expectación global sobre sus próximos pasos es innegable, mientras su administración se prepara para implementar una serie de medidas que podrían marcar un nuevo camino para Estados Unidos.
