El lunes 20 de enero, Donald Trump comenzó su mandato revocando varias políticas de su predecesor, Joe Biden, incluida la eliminación de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, que había sido anunciada solo días antes por la administración demócrata. La Casa Blanca emitió un comunicado en el que destacaba que esta decisión formaba parte de un conjunto de medidas para “reparar nuestras instituciones y nuestra economía”. Trump se comprometió a revertir las acciones ejecutivas del gobierno anterior, a las que calificó de “destructivas y radicales”.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, respondió rápidamente a través de redes sociales, calificando la medida de “acto de arrogancia y desprecio por la verdad”. La inclusión de Cuba en la lista SSOT, que ya había sido implementada en 2021 por Trump, se basa en la acusación de que el gobierno cubano apoya a grupos terroristas como las FARC y el ELN, además de negar la extradición de miembros de estos grupos involucrados en atentados en Colombia.
La medida, que afecta gravemente la economía de la isla, implica restricciones severas como la prohibición de exportaciones de armas y sanciones financieras, lo que ha exacerbado la crisis económica cubana, marcada por una escasez de recursos y un aumento en la migración hacia otros países.
Incertidumbre por relación entre el gobierno de Cuba y Estados Unidos
A pesar de las promesas de liberación de prisioneros que hizo el gobierno cubano como parte de un acuerdo con El Vaticano, solo 140 de los más de 500 prisioneros que se comprometieron a liberar han sido excarcelados, lo que generó un ambiente de incertidumbre sobre la futura relación entre ambos países.
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Para los analistas, esta medida de Trump es un claro retroceso en las posibilidades de restablecer relaciones diplomáticas con Cuba, una política que había comenzado a cambiar bajo la administración de Barack Obama, pero que con Trump se endureció aún más. Sin embargo, muchos expertos coinciden en que las sanciones impuestas a Cuba no han tenido un impacto significativo en la política interna del país, y que el gobierno cubano continúa enfrentando desafíos económicos y sociales internos que van más allá de las sanciones internacionales.
En cuanto a las perspectivas a futuro, el analista Jorge Duany asegura que es difícil prever un cambio en la política estadounidense hacia Cuba en los próximos años, dado el enfoque de máxima presión adoptado por Trump y su administración.