Con júbilo contenido y emoción desbordada, la Plaza de San Pedro estalló en aplausos este jueves cuando se anunció la elección del nuevo Papa. El humo blanco que emergió a las 18:08 fue la señal definitiva: tras cuatro votaciones, el cónclave eligió al cardenal Robert Francis Prevost como el 267º pontífice de la Iglesia Católica. El nuevo Papa, de 69 años, eligió el nombre de León XIV, reviviendo un título que no se usaba desde el siglo XIX.
El anuncio fue realizado con la tradicional fórmula en latín por el protodiácono Dominique Mamberti desde el balcón de la basílica: “Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam!”. Minutos después, la multitud coreaba en coro un nombre hasta ahora impensado en la historia de los papados: “¡León, León!”
Una elección que rompe moldes
La elección de Prevost representa varios hitos: es el primer Papa estadounidense, el primer agustino en siglos en asumir el cargo, y también el primero con raíces profundamente latinas. Nacido en Chicago, hijo de madre española y padre francés, pasó más de 40 años en Perú, país que considera su segundo hogar. Allí fue misionero, obispo y pastor, y se ganó una reputación de hombre cercano, sobrio y poco dado al protagonismo.
En 2023, el Papa Francisco lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos, cargo que lo colocó en el corazón del Vaticano y le dio un alcance global, sobre todo por su capacidad de tender puentes entre iglesias polarizadas como la de Estados Unidos. Su estilo conciliador, su trayectoria pastoral y su bajo perfil fueron decisivos en su elección.
El nombre papal escogido no es casual. “León” evoca a pontífices firmes en tiempos turbulentos, como León I, el primero en asumir ese nombre y quien enfrentó a Atila el Huno, o León XIII, que modernizó la doctrina social de la Iglesia. Con el mundo católico enfrentando desafíos de descrédito, crisis financiera y pérdida de fieles, León XIV simboliza un liderazgo dispuesto a enfrentar los rugidos del siglo XXI.
También puede leer: El humo blanco en el Vaticano: la Iglesia tiene un nuevo Papa
Un papa para tiempos divididos
Con la elección de León XIV, la Iglesia parece apostar por un liderazgo capaz de articular diálogo entre visiones enfrentadas. Se espera que su conocimiento de América Latina, su cercanía con las comunidades más vulnerables y su experiencia de gobierno en el Vaticano le permitan renovar la confianza interna y atraer a fieles alejados.
El reto ahora será monumental: unificar una Iglesia fragmentada, revitalizar la misión pastoral y proyectar una voz creíble en un mundo cada vez más escéptico.