El glamour característico del Festival de Cannes se enfrenta a un nuevo código de vestimenta que marca distancia con las tendencias arriesgadas de los últimos años. La organización del evento anunció que, por razones de “decoro y fluidez”, queda terminantemente prohibido el uso de vestidos transparentes, prendas con desnudos evidentes y atuendos con colas excesivamente largas, tanto en la alfombra roja como dentro del recinto de proyecciones.
La disposición ha generado reacciones inmediatas. La actriz Halle Berry, quien integra el jurado este año, debió cambiar su vestido original, diseñado por Gurav Gupta, debido a que no cumplía con los nuevos lineamientos. Optó finalmente por un diseño más sobrio de Jacquemus, acorde a las exigencias del festival.
Esta normativa, explicaron los organizadores, busca preservar la movilidad dentro del auditorio y evitar que los trajes interfieran con la experiencia de los asistentes. Sin embargo, para algunos críticos y asistentes, se trata de una forma encubierta de censura a la expresión individual, especialmente femenina. La medida también se interpreta como un esfuerzo por limitar las provocaciones que, edición tras edición, han caracterizado a Cannes como un escaparate de la moda audaz.
Algunas celebridades desafiaron la regla del festival
Durante las primeras jornadas del festival, las celebridades en su mayoría acataron la nueva norma, dejando atrás los escotes profundos, los vestidos tipo “nude” y los diseños exagerados. No obstante, figuras como Heidi Klum y la actriz china Wan QianHui desafiaron discretamente la regla con atuendos que rozaban el límite: colas largas y siluetas voluminosas que podrían ser sancionadas en las próximas apariciones.
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La regulación no es la primera que ha generado controversia en Cannes. En el pasado, el festival fue duramente criticado por exigir el uso de tacones altos en mujeres, una norma que cayó en desuso tras protestas de actrices como Julia Roberts, quien en 2016 desfiló descalza como acto simbólico.
Aunque las autoridades del festival han matizado que la intención es mantener el orden y no restringir la creatividad, lo cierto es que esta edición parece marcar el inicio de una etapa más controlada en la estética del certamen. Para algunos, esto representa una oportunidad para redefinir la elegancia con sobriedad. Para otros, una señal de retroceso en la libertad del vestir.