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Japón crea sangre artificial que podría funcionar en cualquier paciente

Elimina la necesidad de refrigeración, lo que simplifica su almacenamiento y transporte

Japón dio un paso histórico en la medicina moderna al iniciar los primeros ensayos clínicos de sangre artificial en humanos. Este proyecto, impulsado por la Universidad Médica de Nara, promete aliviar la creciente escasez global de donaciones y redefinir el manejo de emergencias hospitalarias. Encabezado por el profesor Hiromi Sakai, el avance se basa en décadas de investigación sobre vesículas de hemoglobina, pequeñas cápsulas diseñadas para transportar oxígeno sin necesidad de compatibilidad sanguínea.

Las vesículas de hemoglobina son microcápsulas creadas a partir de sangre caducada. La hemoglobina, extraída y reutilizada, se recubre con membranas sintéticas que evitan reacciones inmunológicas y permiten su uso universal. Este proceso no solo reduce el desperdicio de sangre donada, sino que elimina la necesidad de refrigeración, lo que simplifica su almacenamiento y transporte.

A diferencia de la sangre tradicional (que dura 42 días y requiere cadena de frío) y la sangre artificial japonesa, es que puede conservarse hasta dos años a temperatura ambiente. Este avance técnico representa una ventaja crucial en zonas rurales, regiones en conflicto o contextos de desastre donde el acceso médico es limitado.

Colaboración científica y aplicaciones críticas

Además de Nara, otras instituciones como la Universidad de Chuo han desarrollado técnicas complementarias. Una de ellas encapsula la hemoglobina en proteínas de albúmina, lo que mejora la estabilidad de la presión arterial durante transfusiones en situaciones críticas como hemorragias graves o accidentes cerebrovasculares. Este enfoque convierte a la sangre artificial en una herramienta viable para medicina militar, atención en zonas de desastre y misiones humanitarias.

El ensayo clínico comenzó en marzo de 2025. Los voluntarios reciben entre 100 y 400 mililitros del compuesto mientras los científicos evalúan dos aspectos clave que es seguridad y eficacia. Se busca confirmar que el producto puede mantener funciones vitales en contextos de déficit de glóbulos rojos.

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Este avance no busca solo beneficiar a Japón. Si los resultados son positivos, la sangre artificial podría comenzar a usarse clínicamente antes de 2030 y exportarse a otros países. La comunidad científica internacional sigue el proceso con gran interés, anticipando un posible cambio estructural en la medicina transfusional. Además, según la OMS, más de 100 países dependen de importaciones para cubrir sus necesidades transfusionales. También de que la sangre compatible es limitada y la logística de conservación la vuelve costosa y compleja.

Japón enfrenta su propio desafío que es el envejecimiento poblacional y la baja tasa de natalidad anticipan una caída en las donaciones. El desarrollo de sangre sintética no solo es una solución tecnológica, sino una necesidad estructural urgente. Si se consolida, podría convertirse en un recurso médico esencial para el siglo XXI.

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