En medio de una semana marcada por intensos bombardeos entre Irán e Israel, el gobierno iraní elevó el tono en el escenario internacional. Este viernes, el ministro de Relaciones Exteriores de ese país, Abás Araqchí, compareció ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra para denunciar lo que calificó como “crímenes de guerra” cometidos por el Estado israelí.
Según Araqchí, Israel atacó directamente instalaciones clave para el programa nuclear iraní, incluyendo centros de producción de centrifugadoras, lo que representa una violación grave al derecho internacional. El canciller instó a la comunidad internacional a no guardar silencio y a ejercer presión inmediata para detener lo que describió como una “agresión ilegal”.
Los enfrentamientos entre ambos países comenzaron tras una ofensiva israelí sobre territorio iraní, que según el gobierno de Netanyahu, tenía como objetivo neutralizar amenazas potenciales. En represalia, Irán lanzó una serie de bombardeos sobre distintas ciudades israelíes, entre ellas Tel Aviv, que han dejado víctimas civiles y daños materiales considerables.
La tensión no ha cesado. Las alarmas antiaéreas suenan a diario en varias regiones de Israel, mientras Teherán mantiene una postura desafiante. A la par, Estados Unidos evalúa la posibilidad de intervenir militarmente en respaldo a su aliado israelí, aunque hasta ahora ha optado por agotar primero la vía diplomática.
Críticas a la pasividad internacional
Durante su intervención, Araqchí cuestionó la inacción de los organismos multilaterales frente a lo que considera una violación flagrante de los tratados internacionales. Aseguró que los ataques israelíes no solo buscan desestabilizar al gobierno iraní, sino también “provocar una guerra abierta en la región”.
“Los actos de Israel no pueden quedar sin consecuencias”, afirmó el canciller. También advirtió que, si no hay una condena firme, se abre la puerta a que otros países actúen al margen del derecho internacional.
Este nuevo episodio de confrontación directa entre Irán e Israel representa uno de los momentos más críticos en las relaciones entre ambos países. Aunque durante años han protagonizado tensiones indirectas a través de actores como Hezbolá o milicias en Siria, el escenario actual representa un cambio significativo: enfrentamiento directo, en tiempo real, con implicaciones globales.
Analistas internacionales advierten que si Estados Unidos se involucra de forma activa, el conflicto podría expandirse a otros países de la región, poniendo en riesgo la seguridad energética mundial y complicando aún más los esfuerzos de paz en Medio Oriente.
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Por ahora, la ONU prepara una sesión de emergencia del Consejo de Seguridad. El mundo observa con atención, mientras los misiles siguen cruzando los cielos de Medio Oriente y la diplomacia, una vez más, parece quedarse corta ante la lógica de la guerra.