La comunidad internacional ha respondido con alarma ante el ataque de Estados Unidos contra instalaciones nucleares en Irán, en respaldo a la ofensiva israelí. La acción, ocurrida el pasado sábado y calificada por Trump como un “éxito militar”, ha encendido las alertas de gobiernos, organismos multilaterales y bloques regionales que ven en esta decisión una escalada peligrosa en el conflicto de Medio Oriente.
Desde la sede de la ONU, el secretario general António Guterres advirtió que el mundo se encuentra ante “una escalada extremadamente peligrosa”. Reiteró su llamado a la paz y recordó que, en un contexto de tensiones globales, “una chispa mal dirigida podría encender una catástrofe para la humanidad”. Naciones Unidas hizo énfasis en que toda acción debe enmarcarse en el respeto al derecho internacional y a la Carta de las Naciones Unidas.
En contraste, el presidente Donald Trump apareció en televisión nacional para celebrar el bombardeo y calificó la operación como “un éxito total”. Según él, las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán fueron “neutralizadas por completo”, lo que, a su juicio, constituye una garantía para la seguridad de Israel y sus aliados. El discurso de Trump estuvo cargado de retórica triunfalista, aunque omitió las implicaciones humanitarias y diplomáticas de su decisión.
Desde Teherán, el ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, respondió con dureza y calificó el ataque como “una violación grave de la soberanía iraní”. En un comunicado, denunció que se trata de una acción ilegal que contraviene los tratados internacionales, incluyendo el de No Proliferación Nuclear. Advirtió además que Irán “se reserva el derecho de responder por todos los medios necesarios”, una declaración que se concretó horas después con el lanzamiento de misiles contra objetivos israelíes, afectando también a civiles.
El gobierno de Israel, por su parte, respaldó de inmediato la acción estadounidense. El primer ministro Benjamin Netanyahu afirmó que esta ofensiva demuestra que “la paz solo se logra desde la fuerza”, y reiteró su determinación de impedir que Irán obtenga capacidades nucleares. Aseguró que Israel continuará actuando “con determinación” para proteger a su población.
Rusia, China y el mundo arabe critican duramente a EE.UU.
La reacción de Rusia no tardó en llegar. El Ministerio de Exteriores en Moscú calificó la operación como “una decisión irresponsable y peligrosa”, que viola principios básicos del derecho internacional. El exmandatario y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvédev, ironizó desde su canal de Telegram al afirmar que Trump, quien había prometido evitar nuevas guerras, “ha comenzado una”. Agregó que con esta ofensiva el exmandatario “se aleja más que nunca del Premio Nobel de la Paz”.
China también expresó una condena tajante. En un comunicado oficial, el Ministerio de Exteriores calificó el ataque como “una grave violación del derecho internacional”, advirtiendo que se están “exacerbando peligrosamente las tensiones regionales”. Pekín instó a todas las partes a cesar el fuego y volver al diálogo inmediato, recordando su disposición a actuar como mediador multilateral para estabilizar la región.
En el mundo árabe, las reacciones fueron tan críticas como unánimes. Arabia Saudita, pese a su histórica cercanía con Washington, expresó su rechazo y subrayó la necesidad de evitar una “confrontación abierta”. Omán y Qatar alertaron sobre el riesgo de una “reacción en cadena” que termine afectando a toda la región. Egipto y Líbano coincidieron en que la única salida posible es una solución diplomática que prevenga “un nuevo desastre humanitario” en Medio Oriente.
Europa y América Latina también levantan la voz
Europa, aunque dividida, no fue indiferente. La jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, reconoció la preocupación de los países del bloque por el programa nuclear iraní, pero subrayó que la respuesta debe ser “política, no militar”. En Londres, el primer ministro Keir Starmer sostuvo que “jamás se permitirá que Irán obtenga un arma nuclear”, aunque también exigió contención y el restablecimiento inmediato de las negociaciones multilaterales.
Desde América Latina, los pronunciamientos también fueron contundentes. El presidente de Bolivia, Luis Arce, afirmó que “no se puede construir paz con misiles”, mientras que el cubano Miguel Díaz-Canel señaló que el ataque representa “una acción ilegal e injustificable” que pone en riesgo la estabilidad global. En Venezuela, el gobierno de Nicolás Maduro calificó la ofensiva como “una agresión directa contra el derecho internacional” y responsabilizó a Washington de las posibles consecuencias.
En Chile, el presidente Gabriel Boric fue enfático al señalar que “el poder de EE.UU. no le da derecho a vulnerar normas básicas del derecho internacional humanitario”, y advirtió que lo ocurrido puede tener implicaciones similares a las que ya enfrenta Gaza.
Finalmente, Colombia también se sumó al coro de condenas. El presidente Gustavo Petro, en medio de un acto público en Medellín, expresó que “lo que ha hecho Trump incendia el Medio Oriente”. Insistió en que no existen pruebas concluyentes sobre que Irán esté desarrollando armas nucleares con fines bélicos, y pidió al exmandatario estadounidense “detener la guerra”. En su calidad de presidente pro tempore de la CELAC, Petro lanzó un mensaje directo: “Pido, sin bajar la cabeza, la paz del mundo”.
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El ataque ha generado un nuevo punto de inflexión en la geopolítica global. Mientras unos celebran el golpe como una demostración de fuerza, la mayoría de la comunidad internacional clama por la desescalada y el regreso urgente al diálogo diplomático. El mundo contiene la respiración mientras se asoma a la posibilidad de un conflicto de mayores proporciones en una región ya profundamente herida.