Colombia definió al chontaduro y la sidra como cultivos de oportunidad, en un proceso participativo que reunió a actores del Gobierno, productores, investigadores, gremios y sociedad civil. Eligieron estas especies por su adaptabilidad al cambio climático, valor nutricional y potencial de escalabilidad, factores clave para diversificar y fortalecer la seguridad alimentaria del país.
Entre el 15 y 16 de julio, en Bogotá, se llevó a cabo el Taller Nacional sobre Cultivos de Oportunidad, liderado por la Alianza Bioversity International y CIAT, con apoyo de AGROSAVIA y respaldo del Crop Trust. La selección se hizo entre 48 especies tradicionales, y busca avanzar hacia sistemas agroalimentarios más resilientes y sostenibles, con un enfoque en la conservación y escalamiento.
Según Edwin Garzón-Horta, experto del Crop Trust, estos cultivos representan un potencial aún no aprovechado para mejorar la nutrición y diversificar las dietas. Son especies resilientes, capaces de crecer en suelos pobres, resistir temperaturas extremas y largos periodos de sequía. Además, requieren menos insumos y tienen un alto valor nutricional, vinculándose con tradiciones y saberes ancestrales.
El chontaduro y La sidra: tradición y medicina ancestral
Originario de regiones como Nariño, Cauca, Valle del Cauca y Putumayo, el chontaduro es un fruto consumido cocido o en bebidas tradicionales como la chicha. Su uso va más allá, ya que de él se obtienen palmito, aceite, alimento animal y madera para artesanías. Aunque su consumo está mayormente concentrado en la región Pacífica, el palmito de chontaduro tiene un alto potencial para expandirse a nuevos mercados. Agrosavia conserva su germoplasma en Tumaco, donde resguarda 241 accesiones que representan su diversidad genética.
También, la sida es cultivada en zonas templadas y cálidas como Nariño, Antioquia y el Eje Cafetero, además de que es utilizada en sopas, guisos y ensaladas. Sus raíces y hojas tienen uso medicinal en comunidades locales. La comercialización de la sidra es principalmente rural y local, aunque cuenta con un mercado internacional. A nivel nacional no existen bancos de germoplasma registrados, pero a nivel regional Costa Rica mantiene una colección activa con amplia diversidad.
Lizeth Llanos, científica de datos de Bioversity – CIAT, destacó que esta priorización alinea investigación y estrategia para maximizar el impacto en agricultores y sistemas alimentarios. Mientras el chontaduro tiene una cadena de valor más desarrollada, ambos cultivos ofrecen nuevas posibilidades para la investigación y conservación genética. Sin embargo, enfrentan retos como la débil conexión con mercados, escaso apoyo institucional y la necesidad de mayor inversión.
El proceso de priorización continuará en países como Kenia, India, Nigeria, Tanzania, Uganda y Zambia, en una apuesta global por rescatar cultivos que pueden nutrir un futuro más resiliente y equitativo.