Durante un evento de inauguración del Complejo Científico para la Investigación de las Ciencias de la Salud y la Vida de la Universidad Industrial de Santander (UIS) de Bucaramanga, el presidente Petro se refirió a la necesidad de consolidar una ‘revolución’ para acabar con el régimen de corrupción en Colombia.
“El pueblo con poder es una revolución. Con estos dos años largos de experiencia administrativa en el Gobierno nacional, conociéndolo cada vez más y de mis cuatro años de experiencia en el gobierno distrital de Bogotá, yo les digo: este régimen de corrupción no cambia sin una revolución”, aseguró el mandatario.
“La revolución no puede ser muerte, la revolución tiene que ser dignidad, no se necesitan armas, se necesita ejercer los gobiernos que es lo que permite la transformación de Colombia”, aseveró en su discurso el presidente.
También agregó que se debe revolucionar el sistema desde adentro, para que robar el dinero público no se convierta en acto de ostracismo. Resaltò la importancia de dejar atrás la narcocultura y darle un papel principal a las profesiones que forman el día a día: “donde ser obrero, ser maestro, ser campesino fuese el título como el doctorado y fuese el campesino los grandes héroes de la Colombia de hoy, y fuera el maestro y el estudiante la persona más importante del barrio y no el traqueto”.
Recordó el caso de Olmedo López para afirmar que a pesar de la vigilancia a las instituciones, el Estado Colombiano es un ‘mecanismo’, por lo que se hace necesaria una revolución.
En su discurso se refirió al caso de Diego Marín (alias ‘Papá Pitufo’), el mayor contrabandista de la historia del país, del que dijo que tuvo “intenciones de cómo infiltraba el Pacto Histórico, mi campaña”, pero “lo pudimos rechazar”.
Comentó que Marín cayó preso en España y luego vivió como ciudadano de esa nación y “me correspondía, como jefe de Estado, impulsar las labores de captura del mayor contrabandista de Colombia, que significa uno de los mayores lavadores de dólares del narcotráfico de Colombia”.
Reveló además que Marín confesó que durante 38 años “había comprado decenas de generales de la policía, decenas de ministros, decenas de directores de la Dian, de las aduanas, de los que gerencian los puertos de Colombia y de la policía”.